Un regalo de un millón de dólares para sus empleados.

A sus ochenta y cinco años de edad, Jim Munro, dueño de la conocida y próspera Libería Munro de Victoria, B. C. (Canadá) decidió que ya era el momento de jubilarse.

Jim Munro, propietario de la librería con su nombre creada hace cincuenta años.

Jim Munro, propietario de la librería con su nombre creada hace cincuenta años.

Con un histórico negocio a pleno rendimiento en estos días, rentable y consolidado, perfectamente podría haberlo vendido, traspasado o incorporado a cualquier gran firma internacional, operaciones que sin lugar a duda le hubieran dejado cantidad suficiente como para garantizarle una jubilación por todo lo alto.

Pero tras cincuenta años al frente de la librería que él mismo creó, decidió hacer algo mejor… ceder el negocio a sus empleados.

Sus abogados y contables le han dicho que está loco, pues con un inventario de unos 30.000 libros, ordenadores y todos los accesorios de una librería, Munro estima que el valor de su regalo es de alrededor de 1 millón de dólares.

Este «loco generoso», ve la situación de forma diferente a sus consejeros: «Sin ellos [sus empleados], el negocio no vale nada. Son como una gran familia».

Munro es padre de tres hijas que tuvo con su ex-esposa Alice Munro, quien ganó el año pasado el Premio Nobel de Literatura. «Todos estamos totalmente de acuerdo de que la tienda debe ir al personal, que mantengamos el edificio y que queremos que el nombre de Munro continúe», dice el librero.

El emblemático edificio, con 6.000 metros cuadrados de espacio comercial, suelos de mármol y techos artesonados, es un destino de la ciudad por sí mismo.

Las paredes están adornadas con tapices de la artista textil y esposa de Munro, Carole Sabiston. La escritora británica de libros de misterio P.D. James estaba tan enamorada de ellos, que encargó uno para su casa en Inglaterra.

Los amantes de los libros pueden encontrar clásicos como La muerte de Iván Ilich, de Tolstoi, historias locales oscuros, poesía y la última superproducción de Stephen King.

«A la gente le gusta ir a la tienda sólo por la experiencia de estar en la tienda», dice Howard White, editor de Douglas & McIntyre. «Es como un santuario de libros. Él es el sumo sacerdote. Él cree en la literatura, en la cultura y en todas las cosas buenas».

Munro seguirá cobrando el alquiler, pero por debajo del precio de mercado. «Yo no lo necesito. Tengo mis planes de pensiones y demás. ¿Por qué no? Quiero que prosperen».

Con décadas de experiencia, los cuatro miembros del personal que se hará cargo del negocio a partir del 1 de septiembre, son unos apasionados lectores, siempre dispuestos a ayudar a un despistado cliente que se ha olvidado el título y el autor de un libro recomendado.

Fuente: The Star.