En el relato, titulado «Las cosas que importan», trato de resaltar como a menudo convertimos nuestras vidas en una carrera hacia ninguna parte, que vivimos sin saber por o para qué, que sólo corremos hacia adelante sin más, y que nos amargamos y nos dejamos frustar con asuntos que al final no tenían tanta importancia.

En definitiva, en mi artículo pongo en una balanza los sentimientos y las cosas «puras del corazón», las emociones que sentimos, frente a todas esas otras cosas materiales del mundo moderno y que al final, tanto espiritual como emocionalmente no nos aportan nada…

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Las cosas que importan

            Dónde queda todo cuando la ves llegar con su pelo suelto o con su pelo recogido, o como sea; cuando está allí y te mira, o te dice unas pocas palabras acompañadas de una sonrisa. Entonces la vida adquiere otro sentido, uno que hasta ese momento desconocías. En ese momento te das cuenta de que lo pequeño que es el mundo porque está lleno de cosas vacías.

Qué puede importar el dinero que tengas en ese momento en el bolsillo, el que vayas a ganar, o el que ganaste y perdiste. Qué puede importar si en un solo instante una persona aparece y te desarma, y desbarata de arriba a abajo todo tu mundo. Es entonces cuando abres por fin los ojos y compruebas que las cosas no son como pensabas que eran, que todo lo que te habían explicado, que todo lo que habías visto hasta ahora estaba equivocado. Que el hecho de que haga calor o frío, que te funcione o no el coche, que tener trabajo o no tenerlo, que tener dinero o no tenerlo, que todas esas pequeñeces sociales y humanas no tienen tanto peso, porque ya nada de eso te llena ni te duele, porque existe un único ser al que sólo necesitas ver o recordar para que todos los millares de minucias del mundo se reduzcan a cero. 

Es en ese momento cuando te desembarazas de todas las cadenas que te ataban a este mundo gris y bajo, a esta caótica existencia de vaivenes, de prisas y carreras hacia ninguna parte; cuando te das cuenta de que la vida es mucho más que lo que se toca y se ve, que lo que se paga, se compra y se vende, que lo que se come o se utiliza. Que eres rico, tremendamente rico porque amas, y no todos pueden decir lo mismo, porque sientes, porque no importa si el mundo se para de repente y lo pierdes todo; porque sabes que cuando vuelvas a verla llegar con su pelo suelto, o recogido, o como sea, sabes que en ese preciso instante se reseteará el universo, y ya no importará todo lo anterior, y todos tus pesares, triunfos, decepciones, ganancias, perdidas y alegrías materiales y cotidianas no importarán, porque vivir no era lo que te había contado, vivir era otra cosa.

Yoel Solà
07-10-2015

Fotografía de Roberto Trombetta.