La terapia ecuestre es efectiva en niños con retraso psicomotor.

Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la Fundación Caballo Amigo (Madrid) y la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) ha revelado que la terapia ecuestre resulta efectiva en niños con retraso psicomotor. Este tipo de terapias son muy utilizadas como tratamientos alternativos y complementarios para pacientes de diferentes patologías.

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“Hemos comprobado que mejora su espasticidad (músculos contraídos), el control del tronco, el equilibrio, la marcha y la función motora gruesa (relativa a grandes grupos musculares), explica Susana Muñoz, investigadora del departamento de Medicina Física y Rehabilitación de la UCM y una de las autoras del estudio, publicado en Neurología.

Los pacientes observados en este estudio eran once niños de entre 3 y 15 años con patologías muy diferentes: cinco presentaban parálisis cerebral infantil (uno de ellos en combinación con síndrome de Down), cuatro tenían retraso madurativo, uno de ellos sufría síndrome de Dandy Walker (una anomalía congénita) y otro más, síndrome isodicéntrico 15 (fruto de una anomalía cromosómica).

El tratamiento ecuestre se llevó a cabo un día a la semana en una sesión de 45 minutos durante todo el curso escolar en las instalaciones de la Fundación Caballo Amigo. En total se realizaron tres mediciones, tanto de la función motora gruesa como de la percepción de la calidad de vida.

“Los resultados han mostrado una mejora en la función motora gruesa, sobre todo en las áreas de rodillas y gateo y en bipedestación (caminar con las dos piernas)”, afirma Francisco Molina-Rueda, investigador del departamento de Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Rehabilitación y Medicina Física de la URJC y otro de los autores del estudio.

Respecto a la mejora de la calidad vida, aunque los investigadores han observado un incremento de la percepción de bienestar en casi todos los menores, los datos no muestran diferencias estadísticamente significativas. “Es posible que la calidad de vida percibida no mejorase porque es un parámetro muy difícil de cuantificar en niños”, reconoce Muñoz.

Hemos conocido esta interesante información a través de la agencia de noticias Sinc.