La BUENA NUEVA apunta en el horizonte, refulgente, aunque suele pasar desapercibida con excesiva frecuencia.

Confiémos en que la búsqueda personal no se vea enturbiada por las extravagancias ajenas, pero que tampoco quede sumida en el recinto exclusivo de uno mismo.

Que el brillo de las buenas intenciones subsista a través de las sombras cotidianas.

Diversos y entusiastas, sí; pero nunca dispuestos a la manipulación subversiva.

La multiplicación de las buenas nuevas ha de constituir el mejor instrumento para la entrañable paz, las satisfacciones a través de la excelencia, la inquietud de cara a los proyectos y el latido vital propiamente dicho.

Desde la Navidad, abramos la claraboya por si alguna luz asoma, captando las vibraciones para la fascinante sintonía añorada, que abarque cada día del 2017.

Un abrazo a todos.