Los tropiezos son fundamentales en los buenos pucheros, contribuyen al sabroso espesor, a los aromas que alimentan. La buena elección de los mismos incrementa las delicias del condumio, para satisfacción de los comensales.

De forma parecida, esa felicidad edulcorada de los planes de autoayuda, queda desvaída, sin consistencia y poco duradera. Además, si llegara a ser permanente, instalados, configuraríamos auténticos PASMAROTES.

En este asunto de la felicidad, los tropiezos acuden solos, con frecuencia contradictorios. Eso sí, son ineludibles. Pensar en su ausencia es simple utopía. Al no ser elegidos, plantean mayores EXIGENCIAS para el logro de creaciones saludables.

Las aportaciones agradables son acogidas con inmediatez. Hemos de transformar los supuestos obstáculos en los mejores brotes CREATIVOS. Requieren que seamos buenos traductores para encontrarles las acepciones personales gratificantes.

La depresión, la ira, la violencia, las peores actuaciones; con su presencia activan la PERCEPCIÓN verdadera de la existencia. Es en ese terreno, a pie de obra, donde, echada el ancla, nacerán la vivencias fascinantes.

Es decir, felicidad con tropiezos, con sal, sin ostentaciones ridículas.