Logran abaratar la producción de biodiésel mediante ultrasonidos

Una línea de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) y del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3) ha desarrollado un nuevo método basado en ultrasonidos para reducir el coste del proceso de obtención de biocombustibles de segunda generación.

Según han observado investigadores de la UCO, emplear ultrasonidos requiere menos energía (temperatura y agitación), alcohol, catalizador y tiempo de reacción que el sistema convencional en la separación de la glicerina de los ésteres, un paso crucial para conseguir el biocarburante mediante un proceso químico denominado transesterificación.

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Como alternativa al petróleo, desde hace años se están desarrollando biocombustibles a partir de fuentes renovables. / Otubo. Por agencia Sinc.

Las ondas de ultrasonido son imperceptibles para el oído humano, pero aplicadas sobre los materiales empleados en la producción de estos combustibles son capaces de producir altísimas temperaturas que separan la parte más viscosa de los aceites, una fase esencial en la obtención del recurso energético.

Como alternativa al petróleo, desde hace años se están desarrollando biocombustibles a partir de fuentes renovables: las plantas. Sin embargo, los denominados biocombustibles de primera generación, como los obtenidos de los aceites de girasol o de palma, proceden de plantas que pueden servir de alimento humano. Esa competencia no se produce en los cultivos de segunda generación, como los de jatrofa o de camelina, lo que los hace muy atractivos para la investigación científica y la industria. Precisamente estos investigadores han trabajado con el sistema de obtención de biodiésel a partir de la planta camelina (Camelina sativa).

El equipo del departamento de Química Física y Termodinámica Aplicada que coordina Pilar Dorado, catedrática de la UCO y una de las autoras del estudio publicado en la revista Bioresource Technology, escogió el aceite de camelina para probar la eficacia de los ultrasonidos como elemento separador de la glicerina de los ésteres. Los científicos de la UCO observaron que en pequeños periodos, la ultrasonificación producía un incremento de temperatura y rompía los enlaces de la glicerina con el resto del triglicérido. El resultante, éteres metílicos o etílicos fundamentalmente, se emplea directamente como biodiésel.

La idea final es conseguir un balance cero de dióxido de carbono (CO2) en el ciclo de cultivo de la planta energética y de uso del biodiésel. “Lo planteamos para que sean los propios agricultores quienes puedan producir su propio biocombustible, especialmente si trabajan en cooperativas, y que éstas sean sostenibles económica y ambientalmente”, destaca Dorado.

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