Un lector de Cuentamealgobueno de Madrid nos envía esta buena noticia.

A las siete menos cuarto de la mañana del miércoles pasado, sobre el asfalto del kilómetro 5,9 de la A-4, a la altura de Vallecas, llovía ligeramente.

Autovía A4 a la altura de Vallecas (Google Maps)

Autovía A4 a la altura de Vallecas (Google Maps)

La rutina de los ciudadanos dirigiéndose hacia su lugar de trabajo un miércoles cualquiera no se hubiera alterado de no ser por un rocambolesco accidente que paralizó las vidas de una docena de personas.

A la altura de Entrevías, un coche de alta gama tocó a una moto y la tiró al suelo en medio de la carretera repleta de vehículos. El motorista iba camino de Ciempozuelos, donde trabajaba como repartidor, pero aquella mañana no llegó a su destino.

El accidente provocó el frenazo de sopetón de otro automóvil que venía por detrás, que trató de evitar por todos los medios aplastar al motorista. Y lo consiguió en un primer momento.

El coche se quedó a pocos centímetros del repartidor, que trataba de levantarse cuando otro vehículo se precipitó por detrás y golpeó con fuerza al automóvil parado. Fue entonces cuando este último alcanzó al motorista, que salió literalmente “volando” 25 metros, como describe un testigo que posteriormente reflejó lo que había vivido en el atestado de la Policía Municipal.

Fue en ese momento cuando el mencionado testigo, que observó el vuelo mientras conducía con su vehículo en sentido Madrid, se paró de golpe y estacionó en el lado izquierdo de la calzada. Abandonó su coche, cruzó la mediana y se dirigió hacia el cuerpo del motorista, que yacía tendido en el asfalto bañado en sangre.

El repartidor estaba poniéndose morado por momentos y convulsionaba cuando el recién llegado -un Policía Nacional que se dirigía a su puesto en la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Jefatura Superior de Madrid- logró situarse a su altura.

El funcionario le levantó con cuidado la visera del caso, le abrió las vías respiratorias con sus manos y le colocó en posición de seguridad para que respirara. Sus labios morados comenzaron a recuperar color, pero su tibia seguía partida.

El funcionario se identificó ante los que podían ayudar como oficial de la Policía Nacional y fue entonces cuando un militar que conducía uno de los vehículos implicados y un agente de movilidad que circulaba en moto en sentido contrario se pusieron inmediatamente a sus órdenes.

En escasos segundos, el policía puso al agente de movilidad a dirigir el tráfico y al militar a llamar a Emergencias y a recabar información sobre el número de heridos y si estaban conscientes o no.

Siete coches, además de la moto, se vieron involucrados en el accidente. El conductor del vehículo que en primera instancia trató de evitar la colisión directa con el motorista se mantuvo encerrado en su automóvil durante diez minutos con la cabeza sobre el airbag. Finalmente salió por su propio pie.

A los 20 minutos, llegaron tres ambulancias del Samur y trasladaron al repartidor al clínico San Carlos y a otros dos heridos al hospital La Paz.

El joven que llegó al clínico fue operado de la tibia, que tenía rota por dos sitios, le introdujeron tornillos y ahora se recupera favorablemente gracias a las maniobras de reanimación del policía que circulaba en sentido contrario y que decidió pararse a ayudar.

Es de señalar que el agente no estaba de servicio y que, para salvar al motorista accidentado tuvo que cruzar a pie la autovía, con el consiguiente riesgo para su propia vida. Un noble gesto que le salvó la vida al repartidor.