«Lo que paralizaba mi vida».

Por Jose Segurado.

Compartimos hoy el impactante y esperanzador testimonio del actor Jose Segurado, en el que relata cómo cambió su estilo de vida para superar la esclerosis múltiple, que han publicado nuestros amigos de Noticias Positivas.

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En él, Jose demuestra como con voluntad, determinación y confianza, se le puede dar la vuelta a una de las enfermedades más terribles que hay en nuestra sociedad y que, generalmente, es diagnosticada como incurable.

Cuando le diagnosticaron esclerosis Jose se resignó a aceptar que comenzaba el fin de se vida. Decidió con un gran empeño y tesón cambiar sus hábitos de vida, desde la alimentación, cambiando «productos» por alimentos, hasta los productos de higiene personal.

Poco a poco fue sintiéndose mejor y hace dos años y medio que no ha vuelto a tener síntomas, ni si quiera sus médicos pueden explicar qué pasó… ¡Todo un ejemplo de superación personal!

Jose estará el sábado 1 de Octubre a las 17h en la Sala 1B de BioCultura Bilbao.

Hace 3 años.

“De repente” me siento extraño. Se me duerme un brazo. Se entumece mi pierna. No noto una circunferencia de piel bajo el pectoral. Pierdo el oído. Me mareo. No tengo equilibrio. No puedo leer ni estudiar. No puedo tener relaciones sexuales completas. Me orino encima varias veces. “De repente” decenas de pruebas médicas. Electrocardiogramas. Análisis de sangre. Tac. Resonancia Magnética. Punción lumbar. “De repente” un diagnóstico que te abofetea, te lanza al suelo y promete como un tacón en tu cuello que va destrozarte la vida sin piedad. Esclerosis Múltiple.

Más de 30 lesiones en el cerebro y otras tantas en la médula espinal. Algunas de más de 11 milímetros. Habrá que empezar en breve con medicación fuerte. Es muy probable que en unos meses tengas dificultades para caminar. Acostúmbrate a esta nueva vida. Aprende a vivir con ello. Resígnate.

O no.

Viajemos más de de diez años atrás en el tiempo.

Con 20 años soy pura pasión. Pero no por tener 20 años. Es que la pasión forma parte de mi ADN. Es lo que me hace querer viajar, crear, escribir sin parar, actuar, cantar, aprender constantemente, amar los idiomas, conocer, besar, amar. Pero son momentos también de elegir. Y elijo, muy inteligentemente. Elijo una carrera como se “debe”. Y luego un trabajo como “tiene que ser”. Y ascender. Y cambiar de puesto. La estabilidad. Un contrato fijo. La panacea. Y me sobra algo de dinero cada mes para tener mis aficiones y permitirme una escapada al extranjero de vez en cuando. Qué buena vida llevo. Soy la envidia de tantos. Soy capaz de compaginarlo todo: la pasión y la razón.

Pero poco a poco me voy llenando de rabia. Porque se puede mentir a todos los demás. Pero nunca te puedes mentir a ti mismo, aunque lo intentes muchísimo. Cada vez quiero llegar más lejos. Ganar más. Producir más. Vender más. Cada vez hay más control, querer hacerlo todo, tenerlo todo. Porque “más” me va a hacer quererme, aceptarme y valorarme más. “Más” siempre es más, ¿no? Pues no. “Más” sólo es más rabia, más enfado, más ganas “de matar”, de escapar, por estar llevando una vida que no quiero llevar, que no me hace feliz. Pero no puedo escapar. No puedo marcharme a ningún lugar. No puedo correr, no puedo huir.

Pero necesito escapar. Necesito romperlo todo. Necesito vaciar, vomitar. O vacío o exploto por dentro. Y el sexo es una manera muy barata y fácil de hacerlo. Qué divertido es drenar la rabia por esa vía. Ser duro, ser agresivo, tener el control. Te sientes en la gloria justo antes de sentirte aún más vacío. Pero da igual. Porque aunque me siente mal, al día siguiente vuelvo a buscar más. Pero lo que antes podía calmar con uno, ahora necesito varios. Y más duro.

Con el tiempo ya deja de tener gracia. Cada día, después de cada uno de esos encuentros, la cabeza empieza a doler, la coordinación se empieza a ir, no tengo orientación. O acabo con esto o esto acaba conmigo. Me va a pasar algo.

Recibo la hostia más grande que me ha dado la vida.

Los dos últimos años y medio.

Una pequeña voz entre todo el ruido de la desesperación me dice que si soluciono todo este caos en el que me he metido día a día volveré a mi esencia y a estar bien. Pero es muy difícil escuchar una voz tan suave en medio de una tormenta. Pero lo sé. Mi intuición es demasiado fuerte. Empiezo a buscar en Internet casos de recuperación. Hay decenas. Qué suerte tener la información tan a mano, aunque no te puedes quedar con la información de la primera página del buscador. Y las historias no pueden ser más parecidas a la mía. No creo en las casualidades.

Empiezo por lo más sencillo, lo más a mano. Cambio la dieta de manera radical. Dieta casi vegetariana: frutas, verduras, cereales integrales, germinados, frutos secos, legumbres y pescado azul y blanco de tamaño pequeño. Fuera los E’s, los empaquetados y los precocinados. Estamos acostumbrados a comer basura. Todo está escrito en la Red, sólo hay que saber buscar, querer y decidir hacer el cambio. No es fácil, porque lo más accesible es lo menos sano. Pero tampoco es tan difícil. Hay tiendas de comida ecológica, mercados de proximidad, hay más lugares para abastecerse que nos sean los supermercados tradicionales. Comida de verdad, lo que sale de la tierra, no productos alimentarios. También descubrí el mundo de las plantas medicinales y la fitoterapia. Hierbas como como el Ginko Biloba, la Pasiflora, el Foti, la Maca, el té de kombucha, el aceite de lino… abrieron en mí un nuevo mundo de posibilidades. En tres meses la mejora fue más que notable.

Huyo de los tóxicos. Sustituyo los productos de higiene personal tradicionales por otros más naturales. Sin aditivos, sin parabenos. Pasta de dientes sin flúor, jabón de pastilla tradicional… Todos los detergentes tradicionales se van a la basura y el vinagre, el bicarbonato y el limón toman el control de la casa. Sustituyo las amalgamas dentales compuestas por mercurio por otros libres de éste. Me desintoxico de metales pesados con cilantro y alga chlorella.

Continúo con  la meditación para acallar esta mente que no para de hablar. Quince minutos por la mañana y quince por la noche. Cientos de pensamientos de aparente vital importancia aparecen sin cesar. Hay que hacer esto, voy a ser como aquél, tengo que cambiar lo otro. Se les permite estar y se les deja marchar. Y, de mientras, me gusta visualizar escenas de una buena vida o repetir un mantra.  Con la meditación he dejado de ser mi peor enemigo y he vuelto a caerme bien. A ver mi esencia y a quererla. No hay que luchar contra nada, no hay que convertirse en nada. Sólo hay que ser uno mismo. Tan sobada esta frase, pero tan cierta.

Ya me encuentro mucho mejor, quiero tomar las riendas de mi vida.

Decido tener valor y dejar de dedicarme a algo que me da dinero, pero que no realiza mi potencial y mis anhelos ni me acerca a ellos. Es duro a veces. La cantidad de dinero es distinta cada mes. No sabes qué proyecto llegará ni cuál caerá. Pero también me hace estar vivo. Cada día, cada minuto. Hay momentos en los que todo parece una mierda, pero eso es estar vivo también, ¿no? A veces he dudado, pero en cuanto conecto con mi esencia recuerdo que la clave es ser coherente con uno mismo y hacer lo que te gusta y aportar a la sociedad.

Descubrí la orinoterapia. Beber la primera orina de la mañana para estar bien. Al principio produce muchísimo asco, creo que más que nada por el condicionamiento social que hemos recibido a lo largo de toda nuestra historia, por pensar que se trata de un residuo tóxico. Pero, de nuevo, buscando en Internet comienzo a descubrir expertos en la materia, estudios médicos, al Dr. Nakao, testimonios… y comienzo a ver más allá. De hecho, la orina no es un residuo, sino más bien se trataría de una suerte de sangre purificada por el riñón, con más de 1300 sustancias beneficiosas para el organismo. Hormonas, antiinflamatorios, antibióticos, vitaminas y minerales, y un largo etcétera. Una vacuna especialmente creada para ti, en la dosis exacta que necesitas. A los pocos días comencé a notar una fuerza renovada, una energía vital, una piel mejorada y una mente calmada y centrada.

Y hace tiempo, hace mucho tiempo ya que no hay síntomas. Que todo ha desaparecido. Nunca he tomado medicación, hace más de dos años que no tomo ninguna pastilla. A veces me parece que fue hace siglos y a veces que fue el otro día. Y mis médicos no se explican qué pasó. Pero yo sí lo hago, y no es por querer ser soberbio. Es porque tengo certeza y porque decidí hacerle caso a mi intuición, a la que antes siempre quise acallar.

Es casi obsceno oír que “no hay nada que hacer”. Es casi diabólico. Todo esto está documentado, está escrito en cientos de lugares. No es nada nuevo, no es estoy descubriendo nada nuevo. Simplemente lo he puesto todo junto, lo he aplicado, me lo he tomado en serio y me he escuchado. Todo es prácticamente gratuito, inocuo y recomendable para todo el mundo, con diagnósticos o sin ellos.

Y lo más importante. Sé (no lo creo, lo sé) que me recuperé porque decidí elegir vida y tomar la riendas de ella. Y espero que muchos más lo puedan hacer. Por eso estaré contando todo esto y respondiendo las preguntas que puedan surgir este sábado 1 de Octubre a las 17h en la Sala 1B de BioCultura Bilbao.

Jose Segurado.

http://www.josesegurado.com/.

Fuente: Noticiaspositivas.net.


Esta buena noticia ha sido apadrinada por:

Mally C. Blanco de Vizcaya – http://www.terapiahipnosis.com.

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