Si comprendiéramos lo que es la PERSONA, tendríamos muy expedito el camino existencial, con las dificultades ariscas en su sitio, con sus diferentes coloridos expuestos, con su savia peculiar y las luces interiores. Con las partículas del Universo concentradas en un ramillete de recursos dinámicos.
Si comprendiéramos mejor el MAL, sus añagazas y su semillero envenenado, abocaríamos con claridad de ideas a la disyuntiva de adoptar o no sus propuestas. Desde pequeñitos contactamos con sus malicias, sus mecanismos e incluso alguna de sus bondades. Si lo comprendiéramos mejor…
Con dichos condicionales a cuestas, flotaría boyante el juego comunitario de las COLABORACIONES. Las espinas transformadas en ayudas estimulantes, las savias rabiosas como condimentos sabrosos, los mil ojos apuntando a la sabiduría.
Y todo está tan a mano, que la trepidante emoción del momento debería evitar las picaduras inconvenientes, para el pleno disfrute de los CONTRASTES rutilantes.