Dos científicos de la Universidad de Rennes han descubierto el origen de un trastorno que afecta a más de 700 millones de personas en todo el mundo. Afirman que a partir de este hallazgo podría ser posible desarrollar una cura.

Dos físicos de la Universidad de Rennes 1, Albert Le Floch y Guy Ropart, han llevado a cabo una investigación multidisciplinaria cuyos resultados, publicados en la revista científica Proceedings of the Royal Society B., revelan que la dislexia podría tener una causa anatómica: unos minúsculos receptores de luz que se encuentran en los ojos.

En las personas no disléxicas, estos receptores no tienen la misma forma en los dos ojos: su cerebro por tanto recibe dos imágenes diferentes, y solo una, la del ojo dominante, es seleccionada para dar origen a lo que la persona realmente ve. En las personas disléxicas en cambio estos receptores, conocidos como “manchas de Maxwell”, son simétricos: al carecer de un ojo dominante, reciben por tanto dos “imágenes-espejo”, y esto hace que el cerebro sea incapaz de elegir entre ellas.

La investigación ha sido llevada a cabo comparando las manchas de Maxwell en los ojos de dos grupos de 30 estudiantes, uno compuesto por personas disléxicas y otro por personas que no padecen el trastorno. En el primer grupo se ha constatado una simetría entre estos receptores: ambos tienen la misma forma circular. En las personas del segundo grupo en cambio se ha observado que solo uno de los dos ojos tiene un receptor de forma circular, mientras que el otro tiene forma elíptica. Esta asimetría sería la base de la presencia de un ojo dominante.

Los dos científicos afirman haber desarrollado un posible tratamiento: el uso de una lámpara estroboscópica LED podría permitir borrar una de las dos imágenes-espejo que confunde el cerebro de los disléxicos, eliminando así sus dificultades en la lectura, la ortografía, la escritura y el habla.

Aunque la efectividad de este método todavía necesita más pruebas, el descubrimiento de los dos científicos bretones permitiría facilitar el diagnóstico de este trastorno: bastaría con observar los ojos y comprobar la simetría de los fotorreceptores.