En nuestro mundo occidental, el hecho de ver estas dos palabras juntas, dinero y sacralidad, en un mismo sintagma puede sonar a paradoja. Sin embargo, antiguamente, y hoy en día en algunas culturas tribales, esto era lo normal. Esto era posible gracias a la cultura del obsequio.

Esto es lo que trata de explicar en su libro, «Sacroeconomía»*, el autor norteamericano Charles Eisenstein, 1967.

Sacroeconomía, Charles Eisenstein

¿Qué es la Economía Sagrada?

La Economía Sagrada es un concepto antiguo y revolucionario al mismo tiempo, en el que se pretende, empezando por la palabra, devolverle al dinero la consciencia de sí mismo, su identidad, su verdadero propósito que no es más que servir de fisicalización de la energía de intercambio y gratitud. Como diría Matías de Estefano: «el dinero es la densificación de la energía de dar y recibir.»

Personalmente llevo varios años investigando en el concepto de Abundancia y en cómo aplicarlo a la vida diaria para poder así prosperar en mi desarrollo personal y profesional. Como ya sabéis, he escrito varios artículos relacionados con este tema. Con el fin de poner estos conocimientos al alcance de todo el mundo, he decidido que voy a publicar resúmenes de los 24 capítulos que conforman, hasta ahora (voy por el capítulo 4), este maravilloso libro despertador de consciencias.

Empezaremos por el principio. Aviso que iré a mi ritmo, intercalaré sus palabras con las mías, así que si alguien quiere obtener una información más objetiva al respecto, recomiendo encarecidamente que se lea el libro. Que conste en acta que no recibo remuneración de ningun tipo por parte de este señor. Esto lo hago porque quiero, simplemente, con fe de que tendrá buena acogida y será útil a muchos de nosotr@s. Comencemos pues.

«En el principio fue el obsequio»

Con estas palabras se da comienzo al capítulo 1 del libro Sacroeconomía, disponible en varios idiomas gratuitamente en su página web.

La vida en sí es un regalo. Llegamos al mundo totalmente vulnerables y dependientes de los adultos que nos protegerán, nos darán calor, vestimenta, alimento y todo lo necesario para que la vida prospere. La madre Tierra cumple la misma función. Realmente todo lo necesario para vivir es proveído por ella, nuestro hermoso planeta al que no cuidamos nada. 

Antes de la aparición del dinero, de cuyo origen poco sabemos, según Eisenstein, lo normal era intercambiar productos o servicios por obsequios. En algunas comunidades tribales, el obsequio en sí iba circulando por todo el territorio de manera que al final regresaba a la primera persona que lo entregó. Esto llevaba a la comprensión de que en realidad, tanto el vendedor como el comprador eran lo mismo. 

Charles Eisestein

 

Que circule.

El concepto de circulación, es una de las palabras clave en este primer capítulo. Todo estaba en permanente circulación y era esto lo que mantenía viva a la comunidad, en contraposición a la idea de acumulación existente hoy en día.  

A diferencia de la transación méramente económica, en la cultura del regalo aún tenía valor la proveniencia, es decir, quién te ofrecía el regalo, así como el objeto en sí. Existía cierta sacralidad porque normalmente ese obsequio había sido elaborado con una intención y un cariño especial, manifestación física de la energía de la persona artesana. El objeto era como un hijo de alguna manera, hecho desde y con amor. 

Artesanía awajún

El verdadero valor de las cosas no tiene precio.

En esos tiempos, el trabajo del artesano tenía mucho más valor, porque la gente reconocía el coste real de dicha artesanía. El tiempo, la energía y los recursos que se empleaban en la elaboración de ese objeto, su fabricación era laboriosa, llevaba su tiempo y su dedicación. 

La transación del obsequio quedaba abierta, algún día me darás algo a cambio, algún día te devolveré lo que me has dado, y se cumplía, obviamente. Cuando vas a una tienda a comprar el pan, le das los céntimos oportunos a la tendera y te vas, y hasta la próxima vez. Esto es una transación cerrada.

Suena bonito cuando se trata de transaciones locales porque ya conoces a la panadera o al de la perfumería, y se genera un vínculo, que de eso se trata, creo yo. Pero no es así cuando se trata de objetos hechos a gran escala, como móviles u ordenadores, donde los artesanos están a miles de kilómetros. He aquí la diferencia.

Si ganas tú, gano yo también.

Eisenstein comenta que en la cultura del regalo se incluía, se tenía en cuenta el beneficio de la comunidad entera, mientras que, de alguna manera, hoy en día hemos transformado esa idea cooperativa en la falsa idea de que más para mí es menos para tí. Ciertamente, es inegable que detrás de la cultura del regalo hay una psicología distinta a la que contemplamos en las interacciones sociales en el siglo XXI.

Antiguamente no existían la relación de negocios y la relación personal como dos cosas opuestas y/o separadas. Tampoco existe evidencia de que el trueque fuera un sistema dominante de intercambio sin dinero en ningún momento de la historia. Era intercambio ritualizado de obsequios.

El dinero se vuelve necesario cuando la circulación de obsequios debe extenderse más allá de la comunidad. 

Eisestein se plantea cuestiones para mí medio utópicas pero posibles de responder con ideas viables: «¿Cómo sería un mundo en el que se compensara la generosidad?». Y afirma que la transformación del dinero es un aspecto de una transformación mucho más profunda. 

¿Cómo arreglamos todo este malentendido?

Introduce la idea de propósito como la puesta al servicio de la comunidad de nuestros dones y talentos, coincidiendo con el precioso y coherente discurso de Emilio Carrillo, donde anima a descubrir nuestro potencial para poder desarrollar una actividad económica que beneficie tanto al individuo como a la comunidad. 

En resumen, Charles Eisenstein aporta información acerca de la cultura del regalo como el origen de las transacciones comerciales en la antiguedad, tratando de reconectar el objeto material con su verdadero valor y ensalzando la interactuación humana, energía en circulación, por encima de la ganancia y/o acumulación. 

Sin lugar a dudas, coincido con Eisestein en que debemos devolverle el valor a las cosas, tanto materiales como no materiales. Si algo ha podido llevarnos a donde estamos hoy en día ha sido la pérdida de valores y principios a niveles profundos, la pérdida de poder personal, estamos confundidos cuando seguimos viviendo para trabajar en vez de trabajar para vivir. 

De hecho, para mí, la excusa es el trabajo, para poder vivir interactuando con todos los seres humanos para alcanzar la comprensión de unidad real.

En cuanto al concepto de circulación, para mí tiene todo el sentido del mundo, además coincide con las palabras de De Estefano quien dice que lo importante es que la energía fluya, que esté en constante movimiento.

Circulación

 

Energía estancada, energía podrida.

Como en la salud, la enfermedad se origina cuando la energía se estanca en algún órgano del cuerpo. Teniendo en cuenta que la Tierra es un ser vivo, que nosotros formamos parte de ella y que somos los encargados de mover esa energía, comunmente llamada dinero, se hace fundamental para nuestra supervivencia comprender estos conceptos y ponerlos en práctica en el día a día. 

Más adelante profundizaremos en el cómo debe fluir esa energía de intercambio. Vayamo poquito a poco.

¿En qué momento nos perdimos? ¿Estamos a tiempo de recular? Yo creo que sí, pero va a ser necesaria mucha valentía y erradicar de nuestras mentes la mentalidad de escasez, de la cual hablaremos en el siguiente artículo, capítulo 2 del libro de Sacroeconomía. Hasta entonces…

Pas y Amor

SaraLJ. 

*Sacred Economics, 2015.