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Primer estudio de buenas y malas prácticas en la implantación de energías renovables

Primer estudio de buenas y malas prácticas en la implantación de energías renovables

Implantación de renovables

Greenpeace exige la prohibición de las malas prácticas y medidas de transparencia, participación social y protección de la biodiversidad

Greenpeace publica esta semana el informe Renovables respetuosas con las personas y la biodiversidad. Buenas y malas prácticas en la implementación de proyectos fotovoltaicos y eólicos en suelo.

Basado en una investigación de Fundación Renovables, se analizan 25 proyectos concretos que evidencian casos de malas y buenas prácticas en las comunidades autónomas de Andalucía, Aragón, Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Galicia, Navarra y País Vasco.

En un contexto en el que tanto España como la Unión Europea están aún lejos de la descarbonización para 2040, agilizar la implantación de las energías renovables es crucial, junto con la reducción del sobreconsumo, la protección de la biodiversidad y la lucha contra las crecientes desigualdades sociales.

Por ello, Greenpeace reivindica que es fundamental buscar la armonía entre la necesaria expansión de las renovables y el cuidado de la biodiversidad, el territorio y las personas que viven en él, a la vez que se avanza en cambios profundos en el modelo de producción y consumo.

 

 

«La buena noticia es que es posible hacerlo bien y se está haciendo en muchos sitiosLa mala es que ninguna de las comunidades autónomas analizadas se libra de tener malas prácticas en su territorio.

Hay empresas que, cegadas por el dinero, intentan repetir el mismo esquema de los combustibles fósiles en la implantación de las renovables, sin tener en cuenta las necesidades de las comunidades que las acogen y considerando las garantías ambientales como obstáculos o meros trámites que cumplir lo más rápido posible.

Frente al poder de las grandes corporaciones, necesitamos ampliar la transparencia y la participación de la ciudadanía en la democratización del sistema energético», ha declarado Sara Pizzinato, coordinadora de la campaña de energías renovables de Greenpeace. 

Greenpeace pide que las que hoy son sólo buenas prácticas deberían ser obligatorias siempre, y las malas prácticas, prohibidas y erradicadas.

Qué se hace bien y qué se hace mal en la implantación de renovables

Entre las malas prácticas más comunes, se encuentran:

Entre las buenas:

Los siete casos de buenas prácticas estudiados indican que los proyectos renovables deberían generar una buena y duradera relación con las comunidades y la biodiversidad que los acogen (2 y 3).

Es interesante señalar que algunos de los casos de buenas prácticas, además, tienen que ver con la actuación de las Administraciones locales. Por ejemplo, algunas veces facilitan procesos de diálogo y concertación entre los promotores y la población local; otras aprovechan los ingresos adicionales derivados de la carga fiscal sobre las plantas renovables para financiar políticas sociales, contra las desigualdades y para mejorar la vida de las personas a nivel local.


Normas que favorecen las malas y las buenas prácticas

El informe señala algunas normativas estatales como alarmantes porque fomentan precisamente las malas prácticas. Entre ellas, la “tramitación medioambiental express” (Art. 22 del RDL 20/2022), que abre la puerta para que determinados proyectos puedan recortar las garantías ambientales y la participación pública.

El estudio también ha detectado que tanto la normativa estatal como las autonómicas tienen fuertes disparidades en las medidas propuestas para el despliegue de las renovables. Todavía no hay procesos claros para fomentar la participación ciudadana temprana y pocas abren al público la participación económica en los proyectos renovables corporativos, con medidas tales como el establecimiento de una cuota de participación obligatoria en el accionariado/inversión (como en Baleares, Cataluña y Navarra) o priorizando los proyectos que se abren a participación respecto a los que no lo hacen (propuesta aún sin aprobar en la C. Valenciana). Estas medidas, aunque positivas, necesitan aún mejoras para facilitar la participación ciudadana de forma efectiva.

Otros casos interesantes para fomentar las buenas prácticas son la creación de zonas de exclusión para la implantación de las energías renovables (ej. en Castilla-La Mancha) o limitar la capacidad expropiatoria de los promotores en caso de declaración de “utilidad pública” (Islas Baleares). Sin embargo, son aún experiencias muy limitadas y puntuales.

El informe también incluye ejemplos de normativa sobre participación ciudadana en Dinamarca, Países Bajos y Noruega, y concluye que es perfectamente posible conseguir una implantación de las energías renovables urgente al mismo tiempo que respetuosa con las personas y la biodiversidad.

 

Demandas de Greenpeace

En palabras de Sara Pizzinato:No estamos en la senda para reducir a cero las emisiones para 2040, así que es clave agilizar la reducción de la demanda, la implantación de energías renovables y el abandono de los combustibles fósiles. No es aceptable, sin embargo, que sea a costa de las garantías ambientales y de la participación ciudadana. Hay alternativas eficaces y viables”.

Greenpeace señala que queda mucho camino por recorrer en el aumento de la eficiencia y en adecuar, como sociedad, los niveles de consumo y necesidades energéticas con criterios de justicia y responsabilidad social y ambiental.

Es crucial que se tomen medidas encaminadas a lograrlo. Al mismo tiempo, y dado que es imprescindible agilizar el despliegue de renovables, Greenpeace pide al nuevo Gobierno que legisle para que nadie ponga sus beneficios económicos por encima de las personas y el planeta, ni siquiera en el urgente desarrollo de las energías renovables.

En este enlace puedes descargarte el informe completo.

 

CAB/DR.

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