Un ejemplo a seguir
Lo mejor de todo es que el puesto estaba completamente solo, era temprano, antes de las 7 de la mañana porque en verano merece la pena madrugar para caminar al fresco, y ahí estaba el puesto.
La idea es que cada peregrino deje algo que no le sirva o que quiera dar y coja otra cosa, sin más. Algo tan sencillo y tan útil. Encontramos pequeñas cosas y detalles que para una persona que lleve días o semanas andando pueden ser muy útiles: mecheros, ropa, cremas, jabón, comida, tabaco…
Dejamos una tarjeta de Cuentamealgobueno y una crema para pies, ya que llevamos dos. En su lugar cogimos una manzana -que me supo a gloria-.
Creo que este pequeño mercadillo de truque del Camino de Santiago es un ejemplo del cambio que estamos viviendo de tendencia social y quizás económica, en el que el compartir e intercambiar oferta con demanda se realice de forma natural, sin intermediarios ni más intereses que el humano.
Aquí dejo unas fotos que saqué, ¡espero que la iniciativa se extienda!