La realidad que contemplamos a diario es muy RECORTADA, no sé si nos damos cuenta. Contactamos con una superficie elemental, con escasas atenciones a la trama subyacente que la sustenta en todas sus dimensiones.
El balance de las experiencias va desde las satisfactorias y tonificantes a las conflictivas y pesarosas, con una PESADEZ que puede resultarnos abrumadora; pasando a primer plano la necesidad de encontrar aliviaderos.
Las áreas musicales en sus diferentes facetas, esas obras sólidas de Chillida que nos invitan a relacionarnos con energías cósmicas o las obras cercanas a la sublime belleza, nos ponen a disposición MANANTIALES estimulantes con apertura de miras.
Tengo muy presente el arte personal que denomino de las PEQUEÑECES. Esas que realizamos a diario con dedicación primorosa, rasgos de fantasía y franqueza expositiva. Su grandeza no requiere tamaños, sino afectos y cualidades.
Constituyen esas maneras reales, quizá olvidadas, de ponernos a tono con resoluciones estimables. Sin el recurso de organizaciones complejas, vibramos con los toques personales a través de esos RESPIRADEROS que considero expresivos del mejor arte y que nos muestran realidades inmensas.



