El famoseo también se introdujo en la geometría, encumbrando a determinadas figuras. En lo referente al poliedro, le sentó bien eso de las múltiples CARAS. Las cantidades siempre compitieron con ventaja ante otras cualidades, son más adaptables.

 

Ensimismados en la observación de las prestancias faciales, solemos quedarnos absortos en el recorrido de la superficie. Encandilados con la variación de las caras nos hace olvidarnos del FONDO, de su contenido.

 

Incluso dejamos de lado sus reflejos en la distancia con numerosas repercusiones. Cuál será la cara elegida para sus PROYECCIONES sobre los entornos, sean estos, personas u otras circunstancias, con qué cara se lanzarán a la acción.

 

En el sentido opuesto, las percepciones AJENAS no abarcan la totalidad de sus facetas; captarán sólo unos determinados matices de la figura atisbando sus líneas. Tampoco suelen hurgar demasiado en interioridades, sus alcances son limitados.

 

No cabe duda, el trazado geométrico le facilita un sinfín de CONEXIONES, por los adentros inabarcables y qué diremos de las dimensiones de las afueras. Su apasionante perfil incita a la consideración de las instancias cuánticas, de las cuales no podemos desprendernos, nos enervan por su carácter inaprensible.