Ahora los ciudadanos también dejan bocadillos pendientes.

Muestra de la solidaridad creciente de nuestra sociedad.

Deja un café pendiente«Cóbreme lo mío y cóbreme un café aparte». José Luis Núñez es un médico jubilado que acaba de descubrir la iniciativa #CafésPendientes. Colaborador habitual de diversas ONG que trabajan a nivel internacional, ha encontrado en esta iniciativa «una idea muy buena para ayudar a los de aquí al lado» porque «es necesario que se haga algo, ya no tiene mucho sentido lo que está pasando, hay mucha gente que no tiene ni para un café» relata el artículo de la sección de Solidaridad de El Mundo.

Y es que la «moda» de los cafés pendientes comienza a extenderse por toda España. Con esta iniciativa anónima que parece ser surgió en Italia, la gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Ahora también, empiezan a dejar comida pendiente.

Continúa el relato de El Mundo: Cuando entró en la bocatería La Vaca de Vigo le llamó la atención el cartel con un café humeante colgado en la puerta y preguntó el significado a su propietaria. Mariana Fernández le explicó: «Significa que usted como cliente puede dejar pagado un café con su consumición y si luego viene una persona que lo necesita y no tiene para pagarlo, se lo pongo gratis, invita usted».

Esta explicación de una iniciativa solidaria que ya tiene más de 170 locales adheridos en toda España convence a José Luis Núñez. Cuando acaba su consumición deja pagado un café. Con el suyo quedan en esta cafetería cuatro esperando a personas sin recursos económicos que los saboreen.

«El ser solidario puede estar al alcance de muchos»

Según su dueña, «hay tanta gente con ganas de ayudar que ya hay más oferta de cafés que demanda». Lo corrobora Andrés Jiménez, gerente del Café Comercial, en la Glorieta de Bilbao de Madrid, donde el volumen de actividad es muy superior. Desde agosto de 2012 ya se han servido más de 1.000 cafés pendientes y tienen más de 200 «ahí pagados para poderse tomar».

La iniciativa #CafésPendientes tiene desde otoño una web que reúne a todos los negocios adheridos en España en una Web hecha por un joven catalán que quiso «impulsar una idea solidaria para ver cómo la gente realiza actos generosos, sencillos y de bajo coste. El ser solidario puede estar al alcance de muchos» y lo hizo importando la idea del ‘caffe sospenso’ que surgió en 2008 en Nápoles, Italia.

Cuestión de confianza

En el Comercial empezaron a aplicarla antes, en agosto, tras conocerla a través de un cliente con el que colaboran en diversos proyectos solidarios. Sin embargo, «al principio no funcionaba mucho». Desde que en octubre se creó la web cafespendientes.es y hay una cartelería homogénea para todos los adheridos se han multiplicado tanto quienes pagan como quienes consumen el café, «al final esto es una cuestión de confianza, lo paga alguien anónimo para alguien anónimo, tienen que saber que se pueden fiar».

Desde entonces, «siempre hay alguien que paga un café diario», afirma Jiménez pero, además, hay otros clientes fijos que «de vez en cuando vienen, preguntan cómo va el saldo de cafés y te dicen: cóbrame aquí 10 bocadillos o cóbrame aquí 15 cafés». Y personas como Chantal, que «vino un día porque lo había escuchado en la radio, entró, sacó 20 euros, tomó un mosto y dijo: el resto para cafés pendientes, y nos dijo que volvería cada mes».

«La gente nos deja un café pendiente, pero si alguien quiere comer, juntamos dos cafés y le ponemos un bocadillo»

Al igual que tienen clientela fiel, también clientes que acuden porque necesitan puntualmente tomar algo caliente. «Hay días que entran ocho o diez personas y otros que sólo dos, pero cada vez hay más», y quienes lo hacen de forma habitual «porque viven en la calle, duermen entre cartones y comen en comedores sociales».

«Lo increíble de esto es que viene gente que te pone los pelos de punta con la historia que te cuenta. Es gente normalísima, como tú y como yo, que con esta crisis han caído en desgracia», cuenta el gerente del conocido café madrileño. Tiene especial apego a uno de esos clientes fijos, «un chico que vende ‘La farola’ aquí al lado, en la calle Sagasta. Es de Guinea, y el chaval tenía su trabajo en la construcción, pero hace tres años que se quedó en paro. Ganaba bien y ahora está vendiendo en la calle y viviendo en portales y su único medio de subsistencia es lo que le dan. Es un chico encantador. Es increíble cuando hablas con él».

Dos cafés, un bocadillo

Este guineano acude todas las semanas desde hace meses a pedir «un café con leche, un vaso de leche o un Cola-Cao» y desde hace 20 días se beneficia de otra ayuda que han empezado a ofrecer desde el Café Comercial, los bocadillos pendientes. «Los cafés los sacamos sobre todo de cara al invierno y ahora, de cara al verano, un bocadillo. Hemos puesto un precio muy asequible, el cliente paga lo mismo que con el café y nosotros ponemos el resto», explica.

«Es gente normalísima, como tú y como yo, que con esta crisis han caído en desgracia»

En el bar Nómadas de Cornellà de Llobregat (Barcelona) no han oficializado el bocadillo pendiente, pero desde hace semanas ya están ofreciéndolo a sus clientes. «La gente nos deja un café pendiente, pero si alguien viene a pedirnos de comer, juntamos dos cafés y le ponemos un bocadillo«, explica su gerente, Hervé Bousquet.

Al estar situado en una localidad pequeña en la que «al final, todos se conocen«, ya tiene «gente que viene a menudo» y fue en ellos en los que detectó que «en verano les viene mejor un bocadillo, en invierno, mejor el café para el frío». Esta familiaridad de la clientela también ha creado una red de clientes solidarios habituales y «la gente se anima muchísimo, siempre tengo uno pendiente y no se me han acabado nunca. Eso es bueno, siempre hay gente en una situación peor que la nuestra y si puedo aportar algo, lo hago».

Una de las últimas adhesiones a la iniciativa ha sido el café bar Mesía, de A Courña. Marta, su propietaria, todavía ni ha puesto el cartel en la puerta, está en la imprenta, pero ya sirve y ofrece cafés porque «tal y como están las cosas, me parece bonito que la gente pueda llegar a pagar un café». Si la iniciativa prosperase en su ciudad también le gustaría llegar a ofrecer otros productos, como los bocadillos del Comercial, pues «desde hace un tiempo tengo a mucha gente que viene a pedirme algo para comer«.