Marta de Málaga nos envía esta historia que le ha llegado a través del Facebook:

El café pendienteEntramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa.

Luego entran dos personas.:
– Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres «pendientes». Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van.

Pregunto:
– ¿Cuáles son esos “cafés pendientes”?

Me dicen:
– Espera y verás.

Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés – pagan normalmente.

Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:
– Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”. Pagan por siete, se toman los tres y se marchan.

Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería.

De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja:
– ¿Tienen algún «café pendiente»?

Este tipo de caridad, apareció por primera en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no sólo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha salido de las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo.

Dice nuestro viejo refrán que «donde comen dos, comen tres» ¿por qué no empezamos a ponerlo en práctica?

Deja un café pendiente.