Cuando te mata tu propio éxito

En el año 1889, aparece una nueva empresa en la historia, de la mano del inventor George Eastman y del empresario Henry Strong, la Eastman Kodak Company, conocida popularmente como Kodak.

El éxito parecía sonreírles desde un principio, el negocio de las cámaras y de la fotografía gozaba de una salud y un crecimiento que Kodak supo liderar durante años.

El imperio creció hasta poseer una plantilla de 140.000 empleados y generaban un negocio de más de 28.000 millones de dólares.

El 85% de las ventas mundiales en cámaras de fotos les pertenecía… eso y un monopolio es casi lo mismo. Caminar sobre la cresta de la ola les hacia sentirse los amos del sector.

La competencia crecía y esto hizo que la compañía estrujara la cabeza de los ingenieros y sus “profetas” empresariales. Supieron donde apostar: la revelación instantánea era el futuro. Tras años
de investigación y millones de inversión, sale al mercado la famosa “polaroid”.

Un invento que parecía volver a dar un golpe en la mesa y posicionarse de nuevo en el liderazgo mundial del sector: Entre 23 segundos, las mejores, y dos minutos las mas normalitas; este era el tiempo estimado de hacerse aquello que daría origen a los selfies de hoy.

Obtener una foto en ese tiempo era espectacular, la gente enloqueció. El éxito parecía asegurado de nuevo.

Lamentablemente la poca “inteligencia contextual” (capacidad de entender el escenario que te rodea) de sus profetas no les dejó ver lo que otras marcas comenzaron su supieron darse cuanta. La gente comenzaba a aceptar que conservar fotos en papel podría ser parte de la historia.

Por supuesto, la llevada de los móviles y la incorporación de cámaras de fotos en ellos hizo que, tras coletazos y demandas contra Apple y HTC, finalmente el 17 de enero de 2012 entró en concurso de acreedores.

Ciertamente Kodak, aun sigue viva, tratando de ganar mercado con otros productos, pero pasaron de liderar un mercado a tratar de sobrevivir con otros productos, como la telefonía y las películas.

Me pregunto ¿cuántos éxitos del pasado no nos dejan triunfar en el presente? Todos tuvimos tiempos mejores… y tiempos peores! Lo lamentable es ver y escuchar a personas y empresas que siguen viviendo de sus historias pasadas, tratando de revivirlas y quizá de esta manera poder seguir creyéndose que son unos fenómenos.

Mi padre suele contar una historia que explica perfectamente esta realidad. Cuenta que en una ocasión le recomendaron a un albañil para realizar un trabajo que, en principio, parecía difícil de ejecutar.

Le decían: “te voy a traer a un tipo que hizo no se que obra… y que una vez hizo esto o aquello… que hace años hacia que se yo…” Mi padre cortó a este recomendador y le dijo: “Si no te importa tráeme a alguien que sepa hacerlo ahora, no me traigas a alguien que un día supo hacer… que un día tuvo éxito”.

No me cuentes lo que hiciste… cuéntame lo que haces. No me digas lo que estudiaste… dime lo que estudias hoy. No me alardees de lo que vendías hace años… dime cuanto vendes hoy.

Deja de contar tus “polaroid” y háblame de tus éxitos actuales. No sea que lo que un día te hizo flotar en la ola te lleve a lamer la arena, como Kodak.

Decía un maestro mío que un negocio debe de ser construido para hacer dos cosas: venderlo o franquiciarlo en los próximos años y dejar de vender lo que actualmente vende. ¡Cuanta razón tenia!

Si seguimos creyendo que lo que hoy funciona nos va a sostener el los próximos años, es que simplemente no hemos entendido aun de qué va este nuevo mercado.

Te invito pensar qué hay en tu vida que un día fue un éxito y que hoy es causa de fracaso. Quizá vendías mucho hace años o quizá fuiste popular en el instituto… incluso quizá hasta sacabas buenas
notas en la universidad. Hoy nada de esto te sirve. El mundo en el que vivimos nos exige una renovación diaria de conocimientos, de habilidades y de capacidades.

Recuerda que lo que un día sirvió no tiene porque seguir sirviendo. Lo que te trajo hasta aquí, no tiene porque llevarte mas lejos… de hecho, si no lo sueltas ya… un día alguien podrá contar tu historia como alguien que tuvo éxito y que por tratar de seguir haciendo fotos en 23 segundos, otros le sacaron del mercado.

¿Te atreves a soltar éxitos del pasado para adentrarte en el mundo de la incertidumbre? El mundo en el que vivimos requiere de gente desapegada de lo que un día les hizo triunfar… revisa a tu alrededor y observa… algo está cambiando! No te quedes atrás.