De los 5 elementos que componen todo lo que existe, tierra, aire, fuego, éter y agua, es ésta última la que más retiene mi atención en los últimos años por todo lo que a ella se le asocia y por su mala gestión a nivel global.
De todos es sabido que las condiciones climatológicas y medioambientales están cambiando seriamente en todo el planeta. Por una parte llueve menos, debido a la acción destructiva del ser humano, y por otra parte los polos se están derritiendo de manera que subirá el nivel del mar dejando bajo tierra islas y costas de países como Holanda e Italia. Esto nos deja con un exceso de agua salada y una enorme carencia de agua dulce.
El no tener acceso al agua dulce supone no poder cultivar, no poder beber ni hidratarnos. Los procesos de desalinización no son aún lo suficientemente efectivos, lo que arreglan por un lado destruyen por el otro. Tiene que llover. ¿Cómo podemos conseguir esto? Según el permacultor inglés afincado en el sur de Andalucía Ras Cresswell, tendríamos que plantar 500 ha de bosque para comenzar a atraer a la lluvia. ¿Y qué hace el ser humano político? Talar, talar y talar más árboles.
Contrariamente, en el desierto andaluz no paran de plantarse aguacates. ¿Dónde ha quedado el sentido común? Incluso aunque desde Bruselas te prometan el oro y el moro, para conseguir un kilo de aguacates son necesarios de 1000 a 2000 litros de agua. Pensé, ya que los gobernantes conocen las técnicas de manipulación del clima, supongo que las aplicarán para dar de beber a esos aguacates, sino ¿qué sentido tendría plantarlos en un desierto?
Sin embargo, pasó el invierno sin apenas lluvias. Ahora, terminando el verano, veremos qué ocurre. Estos inteligentes agricultores probablemente tendrán sus bolsillos llenos pero sus estómagos, y los nuestros, estarán vacíos como esto continúe así.
Ésto, añadido al tremendo impacto de la industria cárnica y pesquera así como de la construcción, está consiguiendo que la sequía sea una realidad que se mantendrá en el tiempo en muchas partes del globo terrestre. No olvidemos que sin agua no podemos vivir más de 3 o 5 días. El 70 u 80% de nuestro cuerpo se compone de ella. Con los alimentos y con todos los demás seres vivos desde animales a plantas ocurre lo mismo.
¿Qué sentido puede tener todo esto? No podemos ser tan tontos de querer provocar nuestra propia extinción, ¿no? Debe haber algo más que se nos escapa. La respuesta puede esconderse detrás de la Agenda Internacional del grupo Bilderberg.
Desde el 2020 el agua cotiza en Bolsa. La carencia de agua la hace más valiosa. ¿Estarán utilizando a los agricultores locales y la ignorancia de la gente para conseguir sus objetivos? Pero ¿quiénes? Yo les llamo los invisibles, no los vemos pero están ahí, y actúan como buitres carroñeros, detrás de cada recurso disponible de ser explotado y arrancado de la vida del resto de los mortales. Después nos intentan convencer de que somos demasiadas personas en el planeta cuando lo que en realidad ocurre es que temen la revolución.
Estas prácticas manipulativas ya son ejercidas por la industria farmacéutica y los gobiernos más poderosos, así que ¿porqué no lo harían con el agua? Me refiero a causar los problemas para luego ofrecernos las soluciones, vendiéndonos las bondades de las nuevas tecnologías, ¡inversiones multimillonarias que podrían evitarse simplemente plantando árboles!
Hoy en día no es necesario provocar guerras para reducir el número de habitantes, basta con matarlos de sed y hambre o hacer que ellos mismos creen sus propias guerras. ¿Podemos de verdad seguir siendo tan ignorantes a estas alturas de la película? Nuestra propia cobardía nos va a hacer desaparecer de la faz de la Tierra.
Si investigáramos un poco el porqué de las cosas, si no nos dejáramos corromper, si gestionáramos los recursos de la Tierra de una manera sabia, equilibrada, equitativa, respetando sus ritmos, dándole tiempo a regenerarse, habría abundancia para todos. Sin embargo nos empeñamos en explotarla, quemarla, secarla. Si le hiciéramos lo mismo a una persona se le llamaría tortura.
No puede ser casualidad que hayan tantos incendios, reconocidos como negligencias o provocados, y que justo después planten un bloque de edificios, o un prado para que pasten las vacas, o una plantación de soja (o una base de molinos de energía eólica…). La tierra se seca por dentro, no sólo por la falta de lluvias sino por la falta de hidratación interna. Las canalizaciones subterráneas artificiales, la construcción de pozos ilegales, están contribuyendo a esta deshidratación. Se ignora el ciclo natural del agua.
Mucha gente conoce esta complicada situación y sin embargo actúa en la sombra tratando de quedarse con lo que pueda lo antes posible, reduciendo las posibilidades de soluciones reales a largo plazo que beneficien a toda la comunidad. Seguro que en la ciudad están aún más ajenos de todo esto. Su desconexión con la naturaleza y su falta de tiempo ocioso hacen que se alejen de la realidad permitiendo que los medios de comunicación oficiales desvíen su atención hacia otros temas como las obras teatrales llevadas a cabo por los partidos políticos mayoritarios en el parlamento.
¿Qué podemos hacer? La acción prioritaria para mí sería reducir o parar la consumición de sus productos, desde la carne hasta la Coca-cola. Recordemos que para crear todas estas bebidas gaseosas, las cuales además dañan nuestro organismo, se necesita aproximadamente 70% de agua. Ante este escenario, ya no me vale la justificación de que estas grandes corporaciones generan trabajo, ¡no, ya no! Yo de momento voy a dejar de comer tanto aguacate.
En segundo lugar, plantemos árboles, dejemos de talarlos con las excusas manidas y falsas de que están enfermos. Y si fuera cierto, ¿por qué no plantan árboles de sustitución? Incluso aunque lo hicieran, ¿cuánto tardan en crecer? Será por el bien de las futuras generaciones. Dejen de engañarnos por favor, a mí ya no me vale, a mí no me convencen de sus buenas intenciones. Mienten, mienten como bellacos y se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Aunque no hay más ciego que el que no quiere ver…