En sus principios privaba la INCOMODIDAD. Cartonajes recortados y modelados en una sucesión de forma insólitas. Ruidos, maderas serradas, algún aroma químico, ocupando los amplios almacenes. Ajetreo laborioso disforme.

 

Se infiltraba una fina maña expresiva, asoman figuras, detalles cromáticos, cualidades, defectos y semblanzas. Una señera confabulación ARTÍSTICA en toda regla; sobrepasaba sin duda los aspectos visibles a base de sugerencias creativas.

 

El NINOT se yergue como protagonista espectacular, porque lleva consigo el mensaje inicial, sólo como punto de partida, eso sí; el no pretende ser el mentor social, sino simple factor estimulante. Intuye pronto la grandeza de su modesto papel.

 

Disfruta con la progresiva ALEGRÍA extendida por los entornos de una compañía plural. El mensaje no podía permanecer ceñudo, crispado y arrinconado. Los ritmos musicales enaltecen ese despertar crítico subyacente.

 

Sabedor también de las flamas y las cenizas finales, quién no las avizora, esa conciencia refuerza la importancia de los planteamientos previos y actividades trabajosas. El ninot se une a la participación consciente en una CATARSIS rotunda, con el esfuerzo encaminado a la aniquilación de los despropósitos y la proclama jubilosa de esa ofrenda a la mejor convivencia.