Las INQUIETUDES nos revelan ciertas mentalidades con aires enturbiadores, esos empeñados con furor en taponar las posibles salidas gratificantes. Vayan ustedes a saber por qué mal fario fueron inspirados.

 

Pero la DANZA es incesante, nos impulsa a través de movimientos variados, ampliando las sensaciones en un revolutum apasionado, estimulante o desorientador según las pautas, que nos hacen exclamar: ¡Estamos vivos!

 

No acaba ahí la cosa, en el REVOLTIJO se dibuja una espiral inesperada, son las sucesivas repercusiones sobre los acompañantes, próximos conocidos y los insospechados. Ese alcance nos sobrepasa con creces.

 

Entre las evoluciones detectamos una especia de EXTRAVASACIÓN de la personalidad. No abarcamos las raíces al completo, intuyendo el valor de las irradiaciones surgidas del buen hacer propio…, o del malo.

 

Estamos involucrados, lo queramos o no, en una FIESTA fascinante; de cara al combate contra los rasgos de menor lustre, animando la frialdad con el sonido de notas alegres. También con el temple sosegado y la ternura, apaciguadores de los arrebatos insustanciales, forjadores de una presencia que ilusiona.