En el tranquilo ATARDECER después de la tormenta captamos la maravilla de un perfume mágico. El Galán de noche con su caparazón de flores transmite su aroma al sosegado reposo, con ese rasgo peculiar de excelentes cualidades.

 

Percuten sobre nuestras espaldas estruendosas TORMENTAS. Resquemores y conflictos nos mantienen en vilo; la excesiva calma empieza a ser sospechosa de renuncias o sometimientos. Hemos de añadir las tormentas que nos salen de los adentros.

 

No hay improvisación que valga. El tiempo acecha y la planta tardó en crecer, requiere nutrientes valiosos. El MISTERIO de sus elaboraciones supera las explicaciones un tanto simplistas de la ciencia.

 

Las discrepancias nos aturden a las personas frente a las tensiones cotidianas. Descubrimos, a veces tarde, las brillantes POSIBILIDADES latentes en el bullicioso magín del que somos portadores.

 

El perfume embriagador de los mencionados atardeceres resume la expresión de lo más espléndido guardado en uno mismo. Su brote maravilloso TESTIMONIA el valor de las calidades personales para superar los retos existenciales con la ilusión renovada de nacientes perspectivas entrañables.