Descubrimos Basurama
Un colectivo formado en su mayoría por arquitectos madrileños que se dedica a reutilizar desperdicios y darles un uso creativo
Fundado en 2001, Basurama se ha convertido en un espacio en el que personas procedentes de distintos ámbitos realizan una serie de intervenciones de recalificación urbana, instalaciones artísticas, talleres, ponencias, conciertos, publicaciones…
Hemos asistido a una de sus conferencias en el marco del festival de arte y diseño “De par en part”, que ha tenido lugar en Buñol (Valencia) el pasado fin de semana. Rubén Lorenzo Montero nos habla de la filosofía del proyecto y nos muestra cómo, con un toque de poesía y de humor, los desechos pueden convertirse en arte, modificar el espacio urbano y generar reflexión.
Rubén Lorenzo Montero: “Basurama nació en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Nos propusimos recorrer un camino divertido, particular, sin saber muy bien a dónde llegaba, básicamente con el propósito de hacer lo que más nos apetecía. Sentíamos la necesidad de hacer algo con las manos, para alejarnos del mundo abstracto de la pantalla del ordenador. Cuando nosotros éramos estudiantes eran los años del boom inmobiliario y había trabajo, pero a nosotros nos apetecía aterrizar a la realidad y trabajar con algo concreto, con lo primero que nos encontrábamos: por eso empezamos a trabajar con la basura que íbamos recopilando por las calles de Madrid.
Utilizar lo que nadie quiere: la basura, los desechos de productos de consumo. La basura es algo que nos pertenece a todos: todos usamos, todos tiramos, desechamos, todos generamos basura. La idea era hacer algo útil a partir de lo inútil. A partir de eso empezamos a generar preguntas, cuestiones…
Somos un colectivo, nuestra estructura es horizontal, nos reunimos una vez a la semana para compartir todos nuestros proyectos, ideas, sueños de una manera responsable. Es nuestro trabajo, vivimos de ello y generamos empleo.”
Construyendo un mundo mejor…
Las personas que integran Basurama comparten una misma inquietud: estudiar los fenómenos relacionados con la producción de desechos en la sociedad de consumo actual. Basurama pretende cuestionar nuestras estructuras, nuestra identidad y los hábitos de nuestra sociedad, y a partir de ahí generar un espacio de reflexión que fomente un nuevo tipo de pensamiento, de actitud y de percepción de la realidad.
El colectivo utiliza las manifestaciones culturales como herramienta para contribuir a la construcción de un mundo mejor: el arte se convierte en una vía de conocimiento colectivo y de planteamiento de alternativas.
Intervención de Basurama en el espacio urbano
“En la escuela nos enseñaban a intervenir en el espacio público como arquitectos, gestionando permisos y formulando un plan previo que tardaría dos años en realizarse. Nos sentimos con la fuerza de intervenir en el espacio público de otra manera, a través de la acción directa, con nuestras manos, transformando el espacio público. Unas operaciones sencillas pueden tener un efecto muy potente: una acción que sea divertida, que genere vida, y que cambie nuestra percepción de la ciudad”.
Un ejemplo: Basurama estuvo en São Paulo, Brasil, donde realizó una acción que consiste en instalar columpios colgando de un viaducto, transformando un anónimo entorno urbano en un lugar que genere energía, vida. Niños, gente mayor, gente sin hogar: de repente los vecinos empezaron a utilizar la nueva atracción.
“La herramienta lúdica del juego es para todos. Si en una ciudad se puede jugar, esta se convierte en un espacio seguro, donde hay lugar para todos, y cambia así la sensación de inseguridad que se percibe en muchas urbes de América Latina.”
Parques de juego
“El juego es para nosotros una herramienta muy potente. Empezamos a construir parques de juego. Estuvimos en Níger: trabajamos en una espacie de centro cultural donde van las madres a aprender inglés e informática. Muchas son mujeres porque los hombres trabajan: van con niños, pero no saben dónde dejarlos durante las clases. En África prácticamente no existen parques de juegos, casi no existe el concepto. Entonces empezamos a trabajar en grupo con voluntarios de allí. En Níger los vertederos no existen: allí no hay residuos sólidos, no hay concepto de basura, los desechos son muy diminutos, allí todo se reutiliza. Dimos un nuevo uso a materiales locales como bidones de plástico, neumáticos, bolsas de plástico, palets, y montamos el parque.
Nuestro trabajo no era de arquitectos: llegar y construir un parque siguiendo un proyecto ya establecido. Nosotros no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, no podíamos prediseñarlo, porque el parque lo construyó la comunidad. Por eso utilizamos material y recursos locales, algo que no dependiera de nosotros. Creemos que la implicación de las comunidades locales es esencial.”
Patio de colegios
“Es otra de nuestras líneas de trabajo. La pedagogía ha evolucionado mucho pero las instalaciones y los equipamientos no. En los colegios muchos patios están diseñados como cárceles de espacio vacíos, de control del niño, cuando en un parque suceden muchas cosas y es una parte importante del aprendizaje informal de los niños. Trabajamos con padres, madres, profesores, estudiantes para crear un autoparque. Lo entendemos más como un proyecto pedagógico. Con un grupo formado por alumnos y profesores que empiezan a plantear, a soñar su patio. Imaginar. Trabajamos con material muy curioso: convertimos un bidón de plástico gigante en áula mágica y creamos un espacio de juego para los niños y de intimidad para los adolescentes; inclinamos un tubo de acometida que recuperamos de la obra de la M-30 y creamos un tubogan.
Hay investigaciones de los patios de los colegios en España y son desoladoras. Los colegios quieren hacer cosas pero no hay presupuesto para educación, casi no hay dinero para mantenimiento, y menos para instalaciones nuevas. Además los patios suelen ser también campos de fútbol, un uso que no permite jugar a otra cosa, y eso implica también temas de género con los que trabajar. Ahora mismo estamos trabajando en otros 5-6 colegios en Madrid: aunque esto sea con basura, con residuos, requiere presupuesto. Material extra, mano de obra… Presentamos nuestro presupuesto a entidades privadas para conseguir financiar nuestros proyectos de transformación de patio. Renault se interesó por el hecho de que utilizábamos neumáticos.
Un campo de girasoles en Vallecas
Por último un proyecto que hicimos el año pasado en el ensanche de Vallecas, periferia de Madrid. La burbuja inmobiliaria dejó muchas casas construidas pero con la crisis el barrio quedó sin equipamiento y sin pequeño comercio: las infraestructuras nunca llegaron a construirse y la construcción dejó varios solares desaprovechados. Pensamos que esos espacios podían ser algo: ¿Por qué no utilizar esos grandes terrenos para plantar? Les propusimos a los vecinos plantar un campo de girasoles. Se creó un grupo de Whatsapp y empezamos a trabajar con todos los vecinos: mezclamos la tierra, esparcimos el abono, plantamos los girasoles y montamos un sistema de riego.
No había permiso oficial pero informamos al ayuntamiento y no hubo ningún problema. Empezaros a nacer las plantas: luego esos girasoles se secaron y se recogieron las pipas. Lo bonito del girasol es que visualmente es muy fuerte, y también tiene esa connotación de comer pipas, acción potente a nivel simbólico de uso de espacio público. El hecho de cosecharlas, tostarlas en casa y compartirlas luego con los vecinos era parte de la intervención. Luego los girasoles se expusieron en un antiguo matadero en Madrid colgados, secos, y conseguimos gracias a esa instalación artística pagar todo el presupuesto, todo el dinero que habíamos invertido. Gracias a una intervención artística pagamos una intervención social.”
Basurama ha realizado más de 100 proyectos en cuatro continentes. Mas información está disponible en www.basurama.org.
Esta buena noticia ha sido apadrinada por:
Marco Osorio Ritter de Marbella (Málaga) «¡Aprovecha tu vida y vívela en positivo! Sé aquello que te gustaría ver en el mundo y #dejatuhuella».
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