(01/12/2021) Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, propone debatir la posibilidad de hacer obligatoria la inoculación del experimento genético.

Respuesta concisa: de mi piel hacia dentro mando yo.

Hemos llegado a una situación tan embrollada que muchos olvidan este hecho, que es derecho, fundamental y básico. Es tan elemental que no puede ser explicado a quienes no lo entiendan. Es un valor esencial de la democracia, de un país y de una ciudadanía libre.

Y ahora hay personas profundamente equivocadas que pretenden que nos inyectemos, y a nuestros hijos, pócimas extrañas, de modo obligatorio, en otras palabras, pretenden invadir nuestra libertad de piel adentro.

Es el último límite, lo injustificable.

Por supuesto que el mal siempre ha querido justificar lo injustificable. Las razones siempre han parecido buenas. Lo hizo la Inquisición, en nombre –ya ves– de Cristo, luego, el terror de la Revolución Francesa en el nombre de la libertad, lo hizo el nazismo, por la patria, lo hizo la tiranía comunista, por la igualdad, y ahora esta dictadura del terror covidiano, por nuestra salud. No, no exagero en las palabras, ni en las comparaciones ni conceptos.

¿Dictadura? So pretexto de la salud pública en diversos países y ahora zona por zona, región por región, sector económico por sector, se pretende que no circulemos ni intercambiemos productos y servicios libremente, se pretende marginar a un sector de la sociedad que precisamente ha querido ser libre de piel hacia adentro.

Si cedemos en esto, la bestia del totalitarismo estará ya fuera de su jaula y será difícil meterla de nuevo en su redil. Si perdemos la libertad de piel adentro, la tiranía habrá cruzado la última frontera y no tendrá límite. Podrán imponernos que nos inyectemos los experimentos que a los gobiernos se les antoje, incluso nos obligarán a comer lo que a ellos se les ocurra, como ya algunos ministerios comienzan a insinuar. Nuestra piel es y será la última frontera a defender de nuestra libertad.

¿Terrorismo? Cada día una legión de periodistas, faltos por completo de ética, se dedican a expandir el terror eligiendo las palabras más tremebundas en los titulares, inflando las cifras, tergiversando las estadísticas, eligiendo las imágenes más truculentas para atemorizar con la enfermedad y la muerte a una población, ya por sí temerosa y pusilánime.

¿Ciencia? La verdadera ciencia es la que ama la claridad y el debate, y que no censura de las posiciones contrarias.

¿Intelectuales, filósofos y escritores? La mayor parte de ellos se dedica elucubrar sobre asuntos tan estupendos como banales ante ese gran elefante en la habitación que es la cesión del derecho básico ciudadano: la libertad de piel adentro.

No podemos mirar a otro lado, dejar de pronunciarnos, dejarnos literalmente invadir en lo más íntimo: nuestro espacio de piel adentro, nuestra libertad más básica y esencial.

Ahora mismo no existe otro asunto de mayor importancia colectiva en ni en lo cultural ni en lo social ni en lo político.

A los judíos en la Alemania nazi el atropello les pilló desprevenidos porque confiaban en su sociedad, en sus autoridades, porque querían ser buenos ciudadanos, no meterse en líos y seguir llevando la vida de siempre. Nosotros ya estamos avisados. Los enemigos de la libertad quieren cruzar la última frontera de nuestra libertad y doblegarnos de piel adentro.

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Y, por último, estad seguros de que venceremos a la maldad, la ignorancia y la tiranía. Esta es la buena noticia.

Joaquín G Weil
@yogamalaga