• Científicos de la Universidad Complutense de Madrid han diseñado utilizando redes neuronales robots capaces de tomar decisiones autónomas y cooperar con un ser humano.
  • Los agentes humanoides cuentan con mapas cognitivos compactos que les permiten ‘comprender’ entornos con personas en movimiento e interaccionar con ellas.

Las tres leyes de la robótica son un conjunto de normas escritas por Isaac Asimov, que la mayoría de los robots de sus novelas y cuentos están diseñados para cumplir. En ese universo, las leyes son «formulaciones matemáticas impresas en los senderos positrónicos del cerebro» de los robots (líneas de código del programa que regula el cumplimiento de las leyes guardado en la memoria Flash EEPROM principal del mismo).

Aparecidas por primera vez en el relato Runaround (1942), establecen lo siguiente:

  1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.

Este universo utópico creado por el escritor y bioquímico de origen ruso, está quizás cada vez más cerca de ser una realidad. Así al menos lo estamos viendo con los numerosos avances en robótica e inteligencia artificial que van surgiendo, como la investigación llevada a cabo ahora por Valeri Makarov, del departamento de Matemática Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Robot utilizado en el estudio, con una segmentación dinámica del entorno (imagen inferior derecha). Foto: Grupo de Sistemas Cognitivos y Neurorobótica de la UCM.

Robot utilizado en el estudio, con una segmentación dinámica del entorno (imagen inferior derecha). Foto: Grupo de Sistemas Cognitivos y Neurorobótica de la UCM.

«Nuestra investigación pretende comprender los mecanismos que el cerebro emplea para entender el mundo e implementarlos en robots, dotándolos de capacidades cognitivas cercanas a las nuestras», explica Makarov, que junto con otros investigadores de la UCM ha desarrollado agentes humanoides con redes neuronales capaces de tomar decisiones de forma autónoma, según el estudio que publican en la revista Biological Cybernetics.

Mapa Cognitivo Compacto.

Para llegar a este diseño, los científicos se han basado en los mapas cognitivos que nuestro cerebro crea para entender el entorno, y desplazarnos por una habitación vacía, como si tuviéramos un GPS. El problema se presenta cuando ese lugar no es estático sino dinámico, con personas moviéndose.

«Hemos propuesto una teoría según la cual, el cerebro, al percibir una situación dinámica construye una especie de fotografía, extrayendo la información relevante de la dimensión temporal y proyectándola en un mapa especial, compactando el tiempo», explica Makarov. Esta ruta dinámica la han denominado mapa cognitivo compacto.

En el estudio, los científicos han utilizado las redes neuronales para sintetizar el tiempo y crear los mapas cognitivos compactos. Implementar estas rutas dinámicas en un robot le dotaría de funciones similares a un ser humano, según los autores.

Humanoides capaces de cooperar.

El proyecto contempla dos escenarios: uno en el que el robot coopera con el humano y otro, donde lo evita. «El objetivo es que el humanoide se comporte de forma lo más parecida a nosotros y que tenga la capacidad de saber cuándo tiene que cooperar y cuándo no», resume el investigador.

De esta forma, el robot es capaz de desplazarse por un pasillo, cruzarse con un humano y sortearlo para evitar chocar con él, si aprecia que la persona no cambia su rumbo.

El siguiente paso será que el humanoide sea capaz de ‘pensar‘ cómo tiene que interaccionar con el humano, no solo evitarlo para no chocar, sino también darle asistencia, intervenir o perseguirlo, en el caso de que actúe en situaciones de seguridad.

«Esa es la idea central de la cognición biométrica: introducir el conocimiento de la  interacción con un humano a la cognición sobre la realidad, para que el robot entienda que la persona puede responder de formas muy complejas a las que tendrá que enfrentarse», concluye Makarov.

Fuentes: Sinc, Wikipedia.