Las palabras se desvirtúan por su empleo descuidado y sus aplicaciones tendenciosas. En una modesta paráfrasis del Golem borgiano, reivindico hoy la consistencia un tanto desdeñada de cuatro de ellas: NIÑO – SENECTUD – TEMPLANZA – PENSAR.

 

Si el nombre es representante de la cosa,

En las letras de NIÑO asienta el niño

Con dos sílabas de acendrado cariño.

Sin caer en otra lectura aviesa.

 

Cuando el nombre menciona la SENECTUD,

En sus nos muestra la insigne apuesta

De la calidad interior bien dispuesta,

Para transformar la dependencia en virtud.

 

El fragor de los sonidos nos aturde,

Suena en las letras cargadas de violencia,

Provocadoras de penosa estridencia.

Forjemos la TEMPLANZA que nos ayude

 

El estilo de las ideas es disperso.

Las letras se configuran al derecho,

Si prescindimos del empeño maltrecho.

Se impone PENSAR en el buen discurso.

Rafael Pérez Ortolá