La Agencia Espacial Europea (ESA) ya tiene una nueva misión: Athena (siglas en inglés de Advanced Telescope for High ENergyAstrophysics).

A partir del año 2028, esta misión permitirá escudriñar el espacio para entender mejor, entre otras cosas, la formación de las grandes estructuras cósmicas que vemos en el Universo o el crecimiento los agujeros negros gigantes en el centro de las galaxias.

De este modo, Athena se convertirá en el mayor y más potente observatorio de rayos X; permitirá una observación más exhaustiva de la materia ordinaria del universo, cuyas elevadas temperaturas la hacen invisible a otros tipos de telescopios. Agujeros negros, cúmulos de galaxias, estrellas de neutrones, restos de supernovas, estrellas activas o incluso atmósferas de planetas del sistema solar estarán en el punto de mira de Athena.

La misión ha sido concebida y propuesta por un equipo internacional, liderado por siete científicos europeos, entre ellos Xavier Barcons, profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Física de Cantabria (CSIC‐Universidad de Cantabria).

Esta misión se lanzará en 2028, situando el observatorio de rayos X Athena a un millón y medio de kilómetros de la Tierra, en torno al denominado punto de Lagrange L2. Desde allí, el telescopio obtendrá imágenes de alta resolución en rayos X de gran variedad de objetos cósmicos que serán enfocadas sobre dos instrumentos de tecnología puntera que se desarrollarán en centros de investigación europeos, incluyendo España.

Durante los próximos cuatro años deberán despejarse los retos tecnológicos asociados a la construcción de una misión con prestaciones tan avanzadas. Entre las áreas en las que se desplegará una vigorosa actividad de I+D se encuentran la propia óptica del telescopio, cuyas superficies reflectoras a los rayos X están basadas en láminas de silicio.

También la cadena de refrigerado, que tiene que asegurar que uno de los detectores estará a tan solo 50 milésimas de grado por encima del cero absoluto (273 grados centígrados bajo cero), o los sensores, que serán capaces de medir con enorme precisión la energía depositada por todos y cada uno de los fotones de rayos X que capte el telescopio.

Inversión en Athena

El coste de la misión para la ESA será de unos 1.000 millones de euros, a los que hay que añadir unos 300 millones más que los estados europeos aportarán a sus centros de investigación e industrias para desarrollar y construir los instrumentos de observación. Está todavía en discusión la posible participación de otros socios internacionales como NASA o JAXA (agencias espaciales de EE UU y Japón, respectivamente).

El desarrollo y construcción de Athena durante los próximos 14 años ofrecerá amplias oportunidades a la industria espacial española y también a los centros de I+D, particularmente en el desarrollo de sensores, del procesado de eventos a bordo o del criostato dentro del que se instalará uno de los dos instrumentos. En paralelo, los astrónomos españoles se prepararán –en competencia y cooperación con sus colegas europeos– para la explotación científica de este observatorio espacial único.

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