La capital ecuatoriana apuesta por convertirse en un destino sostenible y ecológico.

  • El turismo es una de las industrias que más se ha beneficiado de las iniciativas verdes.
  • Quito cuenta con diversas iniciativas ecoamigables, como el avistamiento de aves, la Ruta Escondida o una amplia gama de ecosistemas vegetales.
  • Se ha convertido en un destino ideal para aquellos turistas que desean estar en armonía con el medio ambiente.

La ciudad de Quito ha sido seleccionada como la más sostenible de Ecuador, y una de las 17 urbes del mundo finalistas en el premio a la ciudad más sostenible del mundo, distinción que otorga el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). También es Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO, desde 1978.

Con sus 2.234.000 habitantes, la capital ecuatoriana aúna una estructura Contemporánea y Colonial, en donde no solo tienen cabida los residentes nacionales sino aquellos visitantes extranjeros que encuentran en ella un lugar para trabajar, gozar y recordar. Abre sus puertas al turismo, sumándose a la oferta de espacios verdes, diversidad de flora y fauna y numerosas iniciativas ecoamigables.

Mediante sus diferentes prácticas para mitigar el cambio climático –desde enero de 2015 se han plantado más de 385.000 árboles.–, Quito pretende convertirse en una de las ciudades más sostenibles del mundo y así atraer a más turistas dispuestos a descubrir esta urbe que se desarrolla en armonía con el medio ambiente.

Entre algunas de sus actividades de turismo sostenible, se encuentra el avistamiento de aves, una experiencia que suma cada vez más adeptos y que puede realizarse en varios puntos de la ciudad y alrededores, donde hay señalizaciones que indican las especies más fáciles de observar. La diversidad de microclimas de la zona, que se encuentran entre 500 y 4.700 metros de altitud, ofrece hábitats perfectos para 542 especies de aves endémicas y exóticas. Hosterías y reservas naturales privadas también ofrecen tours y paseos para realizar esta práctica.

La Ruta Escondida también es una experiencia única de turismo ecológico y comunitario. La ruta inicia en Guayllabamba, un pueblo de colinas verdes conocido por sus delicias culinarias. Más adelante, entre frutas exóticas y paisajes andinos, la ruta se interna en pequeños pueblos rurales, donde se puede disfrutar de la calidez de sus pobladores, conocer sus tradiciones y recorrer un bello entorno natural.

Finalmente, a 120 kilómetros al noroccidente de Quito, se ubica otra opción ecológica. El Área Natural Protegida Mashpi-Guaycuyacu-Sahuangal, nombre que se debe a los ríos de la zona, abarca casi 318.000 hectáreas y es un verdadero tesoro de biodiversidad. La amplia gama de ecosistemas vegetales boscosos constituye el refugio de vida silvestre para una gran cantidad de plantas y animales. La zona es además fuente de vida para las seis poblaciones ribereñas que suman unas 1.200 personas.

 

Fuente: 20minutos