Artículo de opinión escrito por Ricardo González Roca Fonteneau

Educación Emocional: Más que un clamor, una realidad necesaria

Relación entre nuestras emociones y la enfermedad

Cada día que pasa se habla con mayor claridad de la necesidad de contemplar la Educación Emocional como una clave importantísima, y diría que vital, en el desarrollo de las personas.

La ciencia avanza a través de sus investigaciones científicas para demostrar lo que muchos vienen afirmando desde hace tiempo inmemorial: La relación existente entre estados emocionales prolongados en el tiempo y la enfermedad. O si prefieren, podemos decir la relación directa que existe entre emociones y síntomas físicos.

No hace falta hacer un estudio médico, ni científico para comprobar en nosotros mismos la certeza de esta relación casi amorosa que, a veces se convierte en odio para repercutir negativamente en nuestra salud emocional y física.

Si observamos nuestras propias expresiones cotidianas, inconscientemente vinculamos estados emocionales con órganos de nuestro cuerpo.

Por poner un ejemplo, ¿Cuántas veces no hemos dicho aquello de «esta situación que vivo me tiene encogido el estómago?» O ¿No has dicho aquello de «No digiero esta situación?» Sin quererlo, nos referimos a nuestro aparato digestivo, nuestro estómago, que es el responsable de digerir los alimentos que ingerimos a diario. En otras ocasiones vinculamos el enfado, la ira o la rabia con nuestro hígado. A veces vemos cómo las situaciones de miedo se dirigen hacia los riñones. ¿No te ha sucedido que en situaciones de miedo has sentido ganas incontroladas de orinar repetidamente ante una entrevista, un examen o situación que te atemoriza?

Podríamos seguir enumerando situaciones con ejemplos varios para reconocer abiertamente que nosotros mismos, de alguna manera, somos conscientes de cómo nuestros estados emocionales, que afloran y se manifiestan en nuestro cuerpo, afectan a nuestro organismo.

 

Aprendiendo a gestionar nuestras emociones: desarrollar la Inteligencia emocional

Es indispensable, urgente y vital, tomar en serio la necesidad de aprender a gestionar correctamente el lenguaje de las emociones que habitan en cada uno de nosotros. Comprender el mensaje oculto o la lección que se esconde tras las emociones que sentimos es vital para nuestra vida cotidiana, tanto a nivel personal como en lo referente a nuestras relaciones con los demás. Ya sea relaciones personales, de pareja, familiares o laborales.

La Inteligencia Emocional, es una habilidad del ser humano que tiene que ser desarrollada desde temprana edad. No es otra cosa que la capacidad que tenemos para sentir las emociones de forma consciente, comprenderlas, observar cómo nos afectan a nuestras relaciones, aprender a gestionarlas. De esta manera desarrollaremos la empatía, que es la capacidad de comprender lo que el otro que se comunica con nosotros, está sintiendo y cómo le afecta. Esto solo podremos conseguirlo si primero nos escuchamos y nos comprendemos a nosotros mismos.

 

Expresamos nuestras emociones con lenguaje no verbal

Existe también un lenguaje no verbal de gestos a través de los cuales mostramos nuestros estados emocionales, ya sean de alegría, tristeza, miedo, ira… nuestro rostro puede mostrar aquello que sentimos y silenciamos así mismo podemos descubrirlo en los otros.

También tenemos el lenguaje corporal que expresa nuestras propias actitudes de defensa, ataque, serenidad, cordialidad, alegría, tristeza…. Muestra nuestra disposición a la apertura, al cierre, a la confrontación o el amor.

Nada de esto debe extrañarnos que así sea, son formas de expresión que todos hemos de aprender a reconocer en nosotros y en los demás porque nos filtran información necesaria e importante de cómo nos sentimos ante la vida y las situaciones, al tiempo que nos permite reconocer en el otro sus estados y podemos decidir cómo actuar en cada situación.

 

El ser humano: un ser sintiente…

Vivimos un mundo exigente, incapaz de satisfacer las necesidades y anhelos más profundos del Ser humano que le sumergen, la mayoría de las veces, en la insatisfacción propia de no sentirse en paz consigo mismo.

El Ser Humano, por naturaleza, primero siente. Después piensa lo que siente. Sentir es vital, porque las emociones conforman un lenguaje de aviso previo, nos hablan de nuestros estados de ánimo, así como los sentimientos. Nos indican que algo en nosotros falla. Que necesitamos aprender alguna lección para no sucumbir ante la presencia de las emociones que la mayoría de las veces nos llevan a no saber qué hacer con aquello que estamos sintiendo.

En este estado de lucha interna nacen la ansiedad, la angustia, las depresiones, las frustraciones… y terminamos por acudir a la consulta médica en busca de ansiolíticos y antidepresivos como única vía para anestesiar ese dolor emocional que nos sumerge en el sufrimiento continuado e insoportable.

España es campeona, no solo de Europa, sino del mundo en consumo de tranquilizantes, ansiolíticos y antidepresivos. Desde 2010, el consumo se ha incrementado en más de un 70%, a la luz de los datos oficiales publicados. Un negocio redondo para la industria farmacéutica que ronda casi los mil millones anuales. Gasto sanitario que podría reducirse de forma importante si se tomara en serio la Educación Emocional.

¿Cuántas personas no viven inmersas en situaciones de estrés crónico o de insatisfacción con su propia vida sin saber cómo manejarse? El estrés es la enfermedad del siglo XXI y acarrea importantes daños físicos a las personas, irreversibles si no se atiende, incluso llegando a causar infartos.

El estrés, en sí mismo, es un conjunto de síntomas que se manifiestan en el cuerpo fruto de las prisas, las exigencias propias y ajenas, el sentirse desbordado, en tensión permanente. Ello implica que pueda derivar en múltiples problemas y trastornos físicos que van desde ansiedad crónica, angustia, opresión cardiaca, subidas de tensión o desequilibrios, cardiopatías, ataques de pánico… y muchos más.

Enseñamos a nuestros hijos matemáticas, historia, física y química pero no les enseñamos a identificar sus propias emociones y peor aún, no les enseñamos qué hacer con ellas, con aquello que sienten a cada momento de sus vidas y que va a condicionar todas sus interpretaciones, sus vivencias, relaciones futuras incluso sus propias decisiones vitales que van a tener que afrontar a lo largo de este trayecto de la vida.

La educación emocional es una necesidad obligada, dejemos de jugar con nuestras vidas…

Continuaremos…

 

Ricardo González Roca Fonteneau, de Las Palmas de Gran Canaria.

(Máster EBS en Meditación & Mindfulness – Máster EBS en Inteligencia emocional y PNL)