Entrevista a Pepi Rodríguez Lujan

Desde Cuentamealgobueno creemos en la importancia de compartir las experiencias de quienes, a pesar de padecer cáncer, han encontrado la fuerza de seguir adelante con valentía y de seguir viviendo con sentido y entusiasmo.

En una de nuestras últimas publicaciones hemos hablado de la iniciativa de la Fundación Sandra Ibarra Lanza, que recoge en su Diario de Vida los testimonios de 27 supervivientes de cáncer.

Hoy os proponemos otra historia, la de Pepi Rodríguez Lujan, una mujer granadina que ha reaccionado a este enorme desafío de una manera ejemplar: en esta entrevista para Cuentamealgobueno nos cuenta cómo la enfermedad cambió su vida.

Cuentamealgobueno (Marco Fazzini): ¡Hola Pepi! ¿Nos quieres contar qué pasó? Cómo te enteraste de tu enfermedad?

Pepi Rodríguez Lujan (Pepi): «Todo empezó hace siete años, cuando me saltaron dos ictus y un glaucoma. Yo era funcionaria de la seguridad social, con 20 años de servicio, metida en un montón de actividades con Cáritas, en una cofradía, en el consejo económico de una parroquia…

Me comía el mundo: siempre quería estar en algo, abarcarlo todo. De pronto me empiezo a poner mal. Parece que se acaba el mundo, y empieza otro tipo de vida, en la que de repente tienes que parar. El mundo que tú te has hecho, que has forjado con tus metas se para. Empieza otro totalmente diferente hecho de visitas médicas, de pastillas, terapias…

Me decían que lo que me pasaba era por los nervios y me dieron una medicación que yo notaba que no me hacía bien: había desarrollado alergia a muchas substancias, entre ellas el almidón, que está en muchos de esos medicamentos.

Mi cuerpo estaba sufriendo una transformación, pero nadie sabía decirme qué estaba pasando: no me habían dado cita preferente y estaba en una lista de espera de 13 meses.

 

Hace cinco años empecé a notarme bultos en el cuerpo. Por fin me dieron el alta, al final me encontraron el cáncer. Me extirparon los pechos. Empezaron los ingresos hospitalarios, la quimio…

Mi perspectiva cambió: la palabra cáncer suena mucho a muerte, y ya toda la gente a tu alrededor se asusta. Así que pensé: ¿Eso cómo hay que hacerlo? No como si no hubiera pasado nada, pero ¿cómo hacerlo para llevarlo lo mejor posible? No porque te pase una cosa mala tienes que pensar que todo se ha acabado.

Empecé a controlar un poco las emociones: la tristeza solo es para determinados momentos. Empecé a quedar con la gente. Senderismo, yoga… yo quería seguir: da igual que esté calva, que esté enferma… yo seguía haciendo lo mismo que antes. No puede ser que la gente deje de quedar contigo porque tienes cáncer: “Uy no vaya a ser que se moleste si la llamamos”. “Pepi, no te he preguntado por si te molestaba”. Eso pasa mucho.

Además yo tengo un lema: que no hay dolor. Que aunque haya, en mi mente no hay. Eso me hace aguantar muy bien. Si no me puedo tomar una medicación por mi alergia, yo no quiero estar tumbada.

No es lo mismo descansada que tumbada. El hecho de acostarse porque tienes quimio ya crea una situación de enfermiza que tu misma mente se lo cree, y no. Yo he tenido siempre que darle el efecto contrario para funcionar. Yo engaño a mi mente. Mi cuerpo no quiere seguir, pero mi mente sí

Si mi cuerpo se ha hecho viejo, mi mente no debe hacerse vieja también. Me veo subiendo al monte con una disciplina militar: me imagino que soy un militar que tiene que subir al monte a por comida y tengo unas botas de soldado con tres números menos, con rozaduras, pero tengo que subir a por la comida. Un militar ¿qué haría? Sube, pues ¡yo también!

Eso es fuerza de voluntad, y es algo que me ha sorprendido en mi. Me digo: “¡qué tía más valiente, no me lo esperaba!”

Yo siempre he querido tener curriculum por todo, pero ahora ¿qué curriculum tengo yo con ictus, con cáncer…? Pues mi curriculum tiene que ser bueno también, entonces tienes que controlar las emociones, tienes que controlar la alimentación, el dolor, el hecho de que quienes están a tu alrededor no sufran.

Veo que lo consigo, veo que quien está alrededor mío también está subido de moral y eso a mi como que me sube más. Entre todo lo que está fallando veo que ese motor está funcionando.

Me extirparon los dos pechos, me operaron de ovario, de útero. Se puede gritar, se puede llorar, pero después digo: esas cosa me han pasado por algo. No me voy a calentar la cabeza pensando que me lo he merecido o cosas así.

Yo soy una persona profundamente religiosa, hay gente que no lo cuenta pero a mi me da igual. A pesar de mi creencia, no tengo prisa por subir ahí arriba. Yo no quiero soltar mi silla, la vida. Muchos me dicen: allí arriba está San Pedro esperándote, con un banquete… Pues el banquete pa’ ellos, que los domingos en las comidas hay paella, y ¡yo por mi alergia arroz no puedo comer!

 

A mí la vida, a pesar de que me está tratando así, creo que también me está dando cosas muy buenas… Yo pienso además que todo en esta vida está escrito, y cuando llegue el momento… pero los que estamos aquí tenemos la obligación de intentar llevarlo lo mejor posible y ser lo más felices posible. Mi casa siempre está llena de gente. Vienen a mi casa y se quedan cuatro horas, y eso que además tampoco hay mucha luz desde que me han construido bloques alrededor, pero a lo mejor el resplandor está en otras cosas.

Me dieron la jubilación por invalidez, pero sigo ayudando en otros aspectos, siempre estoy disponible para algo. Siempre digo a la gente que se cuide y que no comamos las porquerías que comemos que son veneno: yo eso lo he vivido porque he comido mucha comida basura. Que eviten de correr tanto, que te quieres comer el mundo y luego llega la hora de cenar y no comes bien».

 

Relación de las emociones con el cáncer…

Cuentamealgobueno: Hace poco hablé con una mujer que también tiene cáncer sobre el componente psicosomático del cáncer. En el desarrollo de tu enfermedad, ¿crees que las emociones han tenido algún tipo de influencia?

Pepi: «En ciertos aspectos de mi vida las emociones no las he cuidado bien, y creo que me han pasado factura. Por ejemplo yo era antes una persona que se apuntaba a todo, llevando unos ritmos poco saludables, muy activa y luchadora. Pero no me cuidaba.

Ahora le he dado la vuelta a la tortilla: si antes siempre estaba pendiente de los demás y de lo de fuera, ahora lo que tengo que cuidar soy yo. Yo primero. Eso puede sonar a egoísmo, pero me da igual. Antes a lo mejor quería impresionar, pero ahora no. Ahora me impresiono yo. Cuando yo estoy impresionada de lo que soy capaz de hacer lo transmito. Pero si yo no estoy fuerte conmigo misma, no puedo transmitir nada. Y antes era el efecto contrario.

Entonces a lo mejor sí hay un componente emocional en el cáncer: puede ser por la pareja, la familia, el trabajo, o no sé. El punto central es no cuidarse, no cuidar las emociones. Hay gente que está estresada siempre. Eso sí que ahora me da un poco de sufrimiento, el ver que quien está al lado mío no se cuida porque se preocupa por una idiotez. Porque yo ya he aprendido a distinguir una idiotez de lo que no lo es, que antes no lo distinguía tampoco. Nos agobiamos por cosas innecesarias. Pero luego te pasa eso y aprendes a respirar.

El otro día le hicieron una entrevista a un hombre con cáncer de mama (¡también los hay!). Decía que ahora él sí respira, pues a mi me pasa lo mismo: ahora me doy cuenta cuando respiro, de cómo lo hago. Con el yoga, el Taichí… Mi cáncer no ha venido muy bien. Había 11 focos, 3 de ellos malignos y si se hubiera cogido más a tiempo no me hubiera tenido que extirpar los pechos, pero bueno dentro de eso tengo que cuidarme. Dentro de lo que puedo hacer yo en mi casa hago mis cursos, mis cosas, tengo mi disciplina y eso te lo digo yo que funciona.

Yo siempre digo: ojalá no haya llegado demasiado tarde a lo que he encontrado poder pulirlo. He encontrado el equilibrio. Entre el sufrimiento, el dolor, entre todo he encontrado el equilibrio.

No se trata de eliminar las emociones negativas. Se trata de ser sincera conmigo misma.

Por ejemplo: lo que me ha pasado es una putada, está claro. Pero no vamos a amargarnos: a ver qué puedo sacar de esto en claro. Que no le pase al de al lado. Si el de al lado se está pegando un tute de beber dile “Tío, ¡el hígado!”. Y luego el hecho de compartir mi experiencia».

 

Participando en actividades para dar visibilidad al problema del cáncer…

Pepi se apunta a muchas actividades organizadas para dar visibilidad al problema del cáncer. Hace poco participó en un desfile muy especial, del que hablamos en Cuentamealgobueno en este artículo.

Pepi«El Granada CF tiene una campaña de recaudación de fondos para el cáncer. Hace unas semanas las mujeres fuimos al partido vestidas de rosa. Había una grada entera vestida de rosa. El Granada CF no tiene que demostrar que da dinero, eso lo puede hacer a escondidas pero esta visibilidad puede hacer que otra persona que no sabe cómo emplear su dinero pues que se plantee emplearlo en eso. La investigación está muy abandonada. Pues si yo me tengo que vestir de rosa a mi no me importa para recordarle a alguien que yo, mi dinero, también lo empleo para el cáncer porque la investigación hace falta. No se puede parar. Se debe de hacer más investigación, más controles.

Si tú vas a oncología, traumatología, neurología… ves colas, muchas, con muchas S. ¿Eso qué significa? Que se está perdiendo un poco el control del cáncer, gente de todo tipo, de todas las edades… Eso ya se está yendo de las manos. No sé si es la contaminación, la alimentación, la genética… no sé. Yo llevo 7 años yendo al hospital: ni soy oncólogo ni llevo las estadísticas, pero yo sólo hablo de lo que veo en los pasillos del hospital. Lo que percibo es que cada vez hay más cáncer. Algo está fallando».

 

Cuentamealgobueno: Me imagino que tu manera de vivir la enfermedad no es muy habitual. ¿Qué es lo que ves a tu alrededor y en los hospitales? ¿Cómo reacciona la gente?

Pepi: «Muy mal, eso no es lo habitual. La gente se viene abajo. Se encierran con el agobio de verse calva, de verse sin pecho. Mirarte en el espejo y ver que pesas 42 kilos y eres una tabla. Hay mucha gente que está escondida porque piensa que está fea, que la gente la va a mirar mal porque piensan que dan lástima. Ya damos mucha lástima en esta vida por muchas cosas. No solamente por tener cáncer: siempre está lo de “mira esta si da lástima, si está gorda, si está flaca, si está rubia, si está morena…”

Esta sociedad es muy normativa, muy crítica. Siempre vemos lo negativo de cada persona, o vemos la parte más fría, más sucia, más fea, y sin embargo lo bueno, lo positivo que tiene una persona nos cuesta trabajo admitirlo, decirlo en público o valorarlo.

Si hay que llorar se llore, si hay que reír también se ría, pero siempre intentemos salir, salir a la calle.

Yo quiero estar en la calle. Es mi medicina. Mi cáncer no ha venido muy bien. Había 11 focos, 3 de ellos malignos y si se hubiera cogido más a tiempo no me hubiera tenido que extirpar los pechos, pero bueno dentro de eso tengo que cuidarme. Dentro de lo que puedo hacer yo en mi casa hago mis cursos, mis cosas, tengo mi disciplina y eso te lo digo yo que funciona. Si me duele la cabeza me voy a la calle, me voy al monte a Monachil y se me quita el dolor de cabeza! Fomentar el consumo de comida ecológica. Eliminar el estrés. Ser felices».

 

Agradecemos a Pepi por haber compartido su testimonio en Cuentamealgobueno y a Montse, lectora del periódico por habernos puesto en contacto con ella y facilitar que su testimonio salga a la luz y ayude a los demás.

 


Esta buena noticia ha sido amadrinada por:

Mally C. Blanco de Vizcaya – http://www.terapiahipnosis.com.

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