¿Está permitido rendirse?

Hace más de 20 años, andaba jugando en mi casa con un dado de póker. Me entretenía lanzándolo una y otra vez,
reflexionando sobre una decisión que tenía que tomar y que no sabía cuál era la mejor opción; temía fracasar.
Mi padre se acercó y me preguntó acerca de lo que rondaba en mi cabeza. Le estuve conversando la encrucijada en
la que me encontraba, le decía que había intentado muchas veces hacer algo y que no me había salido. Estaba
pensando si me rendía o si seguía con la decisión que ya había tomado y en medio de esta charla mientras seguía
jugando con mi dado, de repente salió el AS y como si de una inspiración divina se tratara, pensé: ¡Sólo se trata de
seguir lanzando el dado!. Claro, pensé, si el resultado no es el esperado, debo de aprender en qué fallé y entender la
lección de vida que me está siendo revelada. No aceptar el resultado obtenido como única opción, sino entender
que eso que habitualmente las personas llamamos fracaso, solo es un resultado no esperado o no deseado y que si
te mantienes aprendiendo cada vez que no sale el AS, y sigues lanzándolo, es cuestión de tiempo que este aparezca.
Así mismo es la vida, es como lanzar un dado. Unas personas les sale al principio K, y aceptan que nacieron para ese
resultado. Suelen reforzar esta creencia diciéndose aquello de: “Quien nace lechón, muere cochino”. Otras personas,
tras haberlo intentado varias veces, quizá tres o cuatro, aunque cuando hablan dicen que son miles de veces, eligen
aceptar que mejor quedarse donde están, al fin y al cabo, esto ya les sale bien. Quizá repitieron varias veces el
resultado Q y se dicen a sí mismos: “Más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer”. Existen otras personas
que, por miedo, dejan de lanzar el dado y se repiten hasta la saciedad: “Virgencita, que me quede como estoy”. Por
último, existen quienes de repente les sale un AS, pero su autoestima no les permite creerlo, por lo que se dicen por
lo bajito: “No se hizo la miel para la boca del burro”, mejor vuelvo a mi resultado anterior y ahí me mantengo todo el
tiempo que pueda.

Sin embargo, existen personas que deciden aprender de cada lanzada de dado y seguir probando una y otra vez,
hasta que… bingo!!! salió el AS y aprenden a mantenerlo. Cuando mis clientes ven un dado colgado en mi cuello
como collar, me preguntan si es el dado de la suerte, a lo que siempre respondo: “No, es el dado de la perseverancia.
Es el dado que si lo sigues lanzando, siempre sale AS”.
Acepta que el fracaso no existe, sólo existe aprendizaje. Saber transformar un resultado malo en una lección es lo
que hizo Thomas Watson, fundador de IBM, cuando un empleado cometió un error que costó a la compañía
trescientos mil dólares. El consejo de administración le sugirió a Watson que despidiera al ingeniero, a lo que
respondió: “¿Cómo voy a despedir a un tipo al que me ha costado trescientos mil dólares formarlo en este tema
concreto?”.

La palabra fracaso está cargada de peyoratismos, sin embargo, equivocarse es la única manera de aprender que
tenemos las personas, o al menos la más efectiva. Entender que fracasar es el camino del éxito y del aprendizaje y
que si seguimos lanzando el dado, tarde o temprano terminaremos obteniendo el AS deseado. Cada vez que “no
aciertas” reajustas tu estrategia… esto es aprender. Es incorporar nuevas maneras, nuevas competencias, nuevos
caminos para lograr el resultado que deseas o necesitas. En el ajuste de la estrategia está el aprendizaje. Por eso se
aprende menos del acierto, porque no hay reajuste. La única manera de aprender del acierto es a través de la
observación y la reflexión.

En última instancia, quiero decir que si al final no conseguimos aquello por lo que estamos lanzando el dado, no
debemos de frustrarnos, ya que lo más importante no es conseguir el AS, sino en quien te conviertes tú cuando
sabes lo que quieres y no eliges rendirte como opción. La verdadera magia de un sueño, no está en conseguirlo sino
en la transformación que produce en ti cuando este existe y te lleva a estar inspirado, apasionado, entusiasmado,
motivado y enfocado en cada acción diaria.

Si tuviera que definir realmente qué es el fracaso, sólo podría decir que fracasar sólo lo hace aquella persona que
deja de luchar por su sueño, por lo que ama… por su AS.
Dejar de lanzar el dado y rendirse, es la única manera de fracasar.