Me encanta llevar a mis cursos de “gestión de competencias” unas zapatillas blancas de número 34.  Son unas que yo usaba cuando tenía diez o doce años, no recuerdo bien.  Es un par de zapatillas deportivas que aparecieron en el trastero de la casa de mis padres en la que me crié y que vendieron  hace unos años. No nos habíamos desecho de ellas, quien sabe porque.

El asunto es que me dio una idea maravillosa cuando mi madre me los entregó tras tantos años guardadas. Me decía que eran mis zapatillas favoritas de aquellos años. Yo ni me acuerdo, la verdad. Pero me contaba que me servían para multitud de actividades. Eran inmensamente útiles; corría con  ellas, jugaba al futbol e incluso las usaba para ir al cole. En mis cursos, las he integrado cono una de mis herramientas más poderosas para explicarles una cosas súper importante a las personas.

Les hablo a mis alumnos de las bondades de esas zapatillas, de lo cómodas y de lo útiles que son… pero que lamentablemente no para mi. Quiero decir que un día si, claro que fueron útiles e incluso mis favoritas, pero a fecha de hoy ni son mis favoritas ni me sirven para nada funcional, más allá de contara esta historia y desarrollar este concepto.¿Porqué? la respuesta es de perogrullo: “porque me ha crecido el pie”.

Así somos las personas con las competencias. Un día incorporamos en nuestra “lista de cosas que sabemos hacer” una serie de conocimientos, de habilidades y de capacidades, es decir competencias, que nos son súper útiles para este momento de nuestra vida, para realizar una tarea específica.Durante años las usamos y nos sirven. Pero nos suele ocurrir una “ desgracia” a las personas: “nos enamoramos de las maneras de hacer” Ya se que no existe la expresión, pero me comprendes ¿verdad? Comenzamos a darle tanta importancia a eso que sabemos hacer bien, que no nos damos cuenta que estamos priorizando la ejecución de la competencia a la utilidad, al sentido y al propósito de la misma.

Y es que una competencia sólo tiene sentido si nos sirve para algo concreto que deseamos lograr. Nos pasamos la vida queriendo alcanzar resultados y es por ello que desarrollamos competencias especificas para esos objetivos. Pero un día, sin darnos cuenta, crecemos (como mi pie) y seguimos queriendo usar las mismas competencias en espacios que ya no nos sirven… trabajos, negocios, relaciones, roles específicos…

Las personas crecemos, evolucionamos (bueno algunos parece que no, que mas bien involucionan, pero bueno) y nos “encabezonamos” en seguir usando lo que un día nos sirvió.

Lo que un día te fue útil, no tiene porque seguir sirviéndote ahora y lo que te trajo hasta aquí, no tiene porque llevarte mas lejos.

Es importante comprender esto en los tiempos que vivimos. Las competencias que hace unos años o incluso meses nos “sacaban las castañas de fuego”, ya no son útiles en este nuevo mercado. Ya seas empleado o emprendedor, debes comprende que incluso las llamadas “competencias blandas” son distintas.

Tuve la responsabilidad de dirigir uno de los proyectos europeos que más éxito ha tenido en los últimos tiempos: “Top 10 Skills”, las diez competencias blandas que son necesarias incorporar para ser funcionales en este nuevo mercado. Fueron dos años preciosos donde desarrollamos (junto con mis socios de Europa) decenas de herramientas para incorporar en tu vida estas competencias: trabajo en equipo, pensamiento critico, gestión de conflictos, inteligencia emocional, gestión de tiempo, liderar personas Estas son algunas de las que tendremos que incorporar en nuestro arsenal de competencias útiles… de zapatos que te queden bien. Las personas crecemos, el mercado cambia y si te quedas con lo que sabias hacer… simplemente estas fuera del juego.

Son tiempos donde nos toca revisar nuestras “maneras de hacer” y desafiarlas. Quizá estemos enamorados de algunas de ellas, como yo lo estaba de mis viejas zapatillas blancas. Pero hoy… hay que solarlas, dejarlas ir, o eso que decimos los profesionales: “desaprender”.

Desaprender no es fácil, más bien todo lo contrario. Nos hacemos adictos a esas “maneras de hacer”.  En las empresas les llamamos “estrategias” y la peor consecuencia de esto, es que somos capaces de morir antes de cambiarlas. Hoy en día de nada te sirve lo que un día te hizo tener éxito.

Si no sueltas e incorporas conocimientos, habilidades y capacidades nuevas, tener éxito será  cuestión de suerte y fracasar sólo es cuestión de tiempo.

No se pueden hacer negocios nuevos con competencias viejas, de la misma manera que no hoy no podría correr con mis zapatillas blancas que mi madre me devolvió.

Me encanta mirarlas… pero se que forman parte de mi “viejo yo”. Hoy uso otro tipo de calzado que me gustan más, a parte de lo más importante… que se ajuste al tamaño de mis pies. Igualmente me pasa con mis competencias.

El mercado me hace darme cuenta (porque me observo) que hay competencias que ya forman parte de mi “ museo personal de competencias” y aunque un día me hicieron a mi “útil”, si las siguiera usando a fecha de hoy, sería un no-útil, osea in-útil.

En estos tiempos liminales que experimentamos, nos toca hacer inventario de competencias y debemos atrevernos a “tirar, regalar o guardar” aquellas zapatillas que ya no nos quedan… esas competencias que ya no se ajustan a nuestras nuevas condiciones de vida, a nuestros nuevos objetivos y fundamentalmente al nuevo mundo donde estamos comenzando a vivir.

La liminalidad actual pasará y llegaremos a la siguiente etapa. Que hagamos bien el trabajo de dejar atrás nuestro “viejo yo” e incorporar lo que necesitamos en nuestro “nuevo yo” será clave en nuestros resultados.

¿De qué zapatillas estás enamorado o enamorada que sabes que debes dejarlas atrás?¿Qué nuevo calzado se ajusta a tus gustos actuales, a tus necesidades inminentes y a tus nuevos pies?