Un equipo de investigadores ha monitorizado en Canarias vuelos nocturnos de la pardela cenicienta. Se trata de un ave marina muy afectada por la contaminación lumínica. De este modo, se pretende reducir su elevada mortalidad por ese fenómeno.

Los investigadores a cargo del estudio pertenecen al Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Grupo de Ornitología e Historia Natural de las Islas Canarias (Gohnic), SEO/BirdLife y la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC). La investigación es pionera en el mundo. Igualmente, proporciona datos y conocimiento basado en evidencias científicas para gestionar la mortalidad de aves marinas inducida por luces artificiales. Un fenómeno grave que afecta cada año a miles de aves marinas.

El trabajo, publicado en la revista ‘Frontiers in Ecology and Evolution‘, es parte del proyecto Interreg MAC LuMinAves. Una iniciativa de cooperación territorial enfocada en la conservación de la biodiversidad en los archipiélagos de la Macaronesia (formada por Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira y las islas Salvajes).

GPS con descarga remota

Los investigadores utilizaron dispositivos GPS con descarga remota adheridos a las plumas del dorso de las aves. El objetivo era monitorizar los vuelos nocturnos de pardela cenicienta, desde sus nidos hasta el mar o hasta los lugares de aterrizaje accidental contaminados lumínicamente en la isla de Tenerife. Además, utilizaron imágenes satelitales para valorar los niveles de contaminación lumínica.

“Los dispositivos GPS se programaron para registrar una posición cada 30 segundos. De forma que pudiéramos conocer con precisión por dónde volaban las aves”, explican los autores del estudio.

Los GPS con descarga remota proporcionaron información sobre las aves que llegaban al océano. Lo que supone una mejora sustancial con respecto a estudios anteriores que requerían la recaptura de los individuos para recuperar los datos del dispositivo de seguimiento.

“Así, pudimos conocer que un 14% de las aves fueron deslumbradas y aterrizaron en zonas con altos niveles de iluminación. El restante 86% de las aves alcanzó exitosamente el océano. Pero sobrevolaron zonas urbanas costeras tan contaminadas por la luz artificial como los lugares donde el restante 14% aterrizó accidentalmente. Lo cual nos dice que también sufrieron un alto riesgo de afección”, detallan.

“La probabilidad de aterrizar de un individuo -agregan- aumentó con la tortuosidad de sus vuelos y los niveles de contaminación lumínica. Así, las áreas que albergaron los aterrizajes accidentales eran zonas muy urbanizadas y contaminadas lumínicamente. Además, las aves con vuelos más lentos y tortuosos tenían más probabilidad de aterrizar accidentalmente que las aves con vuelos rápidos y directos”.

De acuerdo con el estudio, los GPS también revelaron que las aves pueden quedar sin ser rescatadas hasta cinco días después de haber aterrizado. Lo cual es crítico para su supervivencia. “Cuanto más tiempo queden en el suelo, mayor es la probabilidad de morir por depredación de gatos o perros. Por atropellos o, simplemente, por inanición y deshidratación”, enfatizan.

Contaminación lumínica

La contaminación lumínica -alteración de los niveles naturales de luz por introducción de luz artificial- es una fuente de polución que se incrementa anualmente. Este tipo de contaminación tiene importantes impactos en la biodiversidad, pues la mayoría de seres vivos ha evolucionado bajo un régimen predecible de ciclos de luz y oscuridad (día y noche).

Desde un punto de vista conservacionista, una de las consecuencias más severas de la contaminación lumínica es la atracción de aves marinas hacia zonas iluminadas. Lo que causa alta mortalidad entre estas aves. Se trata de un fenómeno que afecta principalmente a los jóvenes volantones durante sus primeros vuelos desde su nido hacia el mar, que se realizan siempre de noche.

Solución

Para reducir esta mortalidad a causa de la contaminación lumínica, todos los años se organizan campañas de rescate. En las que se solicita la colaboración ciudadana para rescatar las aves que no alcanzan el mar y caen a tierra. Gracias a estas campañas, alrededor del 90% son liberadas a la mar. Dándoles una segunda oportunidad.

A pesar de afectar a más de 70 especies de aves marinas (algunas muy amenazadas), su desorientación por la luz artificial es un fenómeno poco conocido, en gran parte debido a la dificultad de rastrear el vuelo nocturno de estos animales.

Dado que estos vuelos se realizan en la oscuridad de la noche, seguir a las aves visualmente es imposible; pero, como demuestra el presente trabajo, las nuevas tecnologías permiten ahora investigar este fenómeno.

Fuente: Agencia Servimedia

CAB/AR