La importancia de la educación real.

Si algo nos ha traído el COVID ha sido conciencia. El darnos cuenta de lo importante que es defender la sanidad y la educación.

En estos últimos meses se ha aplaudido mucho a los profesionales del sector sanitario, pero han sido los profesores los grandes olvidados. El gran esfuerzo que muchos de ellos han tenido que hacer para sacar adelante el curso académico, el esfuerzo que hemos tenido que hacer muchos de nosotros para actualizarnos con las nuevas tecnologías, ¿se ha reconocido? No. Pero no es de extrañar pues esta profesión ha perdido prestigio con los años.

Ahora que parece se va a restructurar el sistema educativo con la excusa del virus,

temo más que nunca que esto nos lleve a la deshumanización más letal de todos los tiempos.

Esta mañana escuchaba un podcast del programa de Mara Torres «El Faro» en Cadena Ser, donde los profes prestaban su testimonio personal sobre cómo habían llevado la pandemia, y ciertamente me he puesto melancólica.

Yo soy una profe joven, en el sentido que llevo sólo desde 2014, digamos, navegando por estos mares con un barquito pequeñito. Pero soy de la generación justo antes del euro y del internet, con lo que sé de lo que hablo. Puedo comparar el antes y el después, y puedo afirmar con contundencia que, o cogemos el toro por los cuernos, o estos cambios nos van a engullir.

Evidentemente, dar clases telemáticamente tiene sus ventajas pero que la suerte me acompañe y me libre de vivir la vida a través de una pantalla de ordenador o una mascarilla. ¿Dónde queda el tacto, el cariño, el movimiento, el cuerpo? ¿Qué valores queremos inculcar a nuestros hijos?

Reconozcamos la labor del profesorado

y así mismo seamos cómplices de una reforma del sistema educativo al servicio del ser y de la vida. Ciertamente el papel de los profesores y maestras es fundamental, pero no lo dejemos todo en sus manos.  Agradecer a la maestra vocacional, aquella que se esfuerza por hacer de éste un mundo mejor a través de la educación real de seres humanos, los adultos del mañana. ¿Dónde quedará todo eso tras la pandemia?

conexión

Los niños de hoy, los adultos del mañana

Respiremos hondo y conectemos con nuestro corazón. ¿Dónde queremos colocar los valores, por encima o por debajo del miedo? ¿Queremos hijos libres pensadores o amordazados y sumisos? ¿Qué tipo de convivencia deseamos? ¿Queremos un mundo dividido o un mundo unido? ¿Qué futuro laboral nos espera si convertimos esto en una jungla? Esto se está yendo de madre.

¿De verdad es necesario poner la casa patas arriba por un virus más?

Vivimos tiempos de cambio, pero ¿hacia qué dirección? Seamos lo suficientemente inteligentes para jugar las cartas a nuestro favor, al servicio de la humanidad solidaria y amorosa, en pro de la armonía y la convivencia pacífica. Protejamos nuestros derechos. Ser prudentes no implica vivir con miedo. No nos olvidemos de quiénes somos, de dónde venimos y adónde queremos ir, de lo importante que es la sanidad que salva vidas y alivia el sufrimiento, de la educación de calidad, aquella que transmite valores, fomenta el autoconocimiento y el espíritu crítico, el empoderamiento y el crecimiento. No nos olvidemos de lo que nos hace humanos. Que el COVID sirva de excusa para ser más libres y felices y no para perpetuar el sufrimiento y la ignorancia.

Como alguien dijo alguna vez: «Enseñar es como plantar semillas». Yo quiero plantar las mías.

Con amor y paz.

SaraLJ